O cómo no todo lo que no te agrada es fascista o “facha”
¿Cuántas veces no has escuchado, leído, visto o hasta olido que una persona le diga a otra fascista, facha, facho pobre, fascistoide, etc.? Este término se ha vuelto de un uso tan cotidiano que ya se ha convertido en sinónimo de algo “malo” o que solo sirve para escupirle a alguien un peyorativo y buscar desarmar su argumentación.
Pero…¿qué significa ser FASCISTA? -hasta la palabra nos debería asustar según unas personas- Pues es hora de que definamos este movimiento y expliquemos en qué consistió, en qué no y qué puede caracterizar a un ser humano que sea de este tipo de pensamiento.
Italia. Cuna del Fascismo

La bella Italia. Lugar de paisajes hermosos, comida deliciosa y de la mejor selección de fútbol. Y también la región donde se originó el fascismo. Hay que recordar que Italia se volvió un solo país hasta 1870 -y el control total del territorio lo obtuvo hasta 1929- y que su proceso de industrialización fue dispar, pues mientras el norte del país tuvo un crecimiento notable, no pudo trasladarse al sur, donde los campesinos empobrecidos fueron una constante fuga de población a otras partes del mundo, especialmente a EUA. Además, llegó tarde a la repartición imperialista que se desataba en ese momento y obtuvo posesiones pequeñas en comparación con naciones como Francia, Inglaterra e incluso Portugal. Su situación solo se puede comparar con la de Alemania, nación que se unificó casi al mismo tiempo que Italia, pero tuvo un desarrollo tecnológico, económico e industrial distinto.
Así, siendo una de las potencias “menores” en el teatro europeo, firmó una alianza en su momento con Alemania y Austria-Hungría, para conformar las Potencias Centrales en caso de un enfrentamiento bélico. Al desatarse en 1914 la 1° Guerra Mundial entre las antes mencionadas y la Triple Entente -Francia, Reino Unido y Rusia-, tuvo el tino en su momento-y el convencimiento de los otros aliados- de mantenerse neutral. Hasta 1915 decidió entrar al conflicto junto con la Entente, para atacar Austria-Hungría y obtener beneficios territoriales. Es en este conflicto donde tuvo su baño de fuego un joven socialista, idealista, radical y revolucionario Benito Mussolini. Aunque en un principio mostró apoyo a la neutralidad italiana, cuando su país entró al conflicto se mostró emocionado y fue convocado al combate en 1915.

Benito Mussolini y el fascismo
A partir de su desilusión con el socialismo y con el resultado de la 1° Guerra Mundial, a partir de 1919 y usando como plataforma de difusión su periódico Il Popolo d’Italia, empezó a gestar su idea de una corriente diferente al liberalismo y al socialismo.
Según sus palabras en el texto La Doctrina del Fascismo, -co escrito por Giovanni Gentile, el mayor ideólogo e intelectual del fascismo- esto pasó por su mente.
Cuando, en el ya lejano marzo de 1919, desde las columnas del Popolo d’Italia
convoqué en Milán a los supérstites intervencionistas-intervenidos, que me habían
seguido desde la constitución de los fascios de acción revolucionaria – que tuvo lugar en enero de 1915 – no había en mi espíritu ningún plan doctrinario. Yo traía en mí la experiencia vivida de una sola doctrina: la del socialismo, de 1903 y 1904 al invierno de 1914: aproximadamente una década. Experiencia de gregario y de jefe, pero no experiencia doctrinaria. Mi doctrina, incluso en aquel período, había sido la doctrina de la acción.Una doctrina unívoca, universalmente aceptada, del socialismo, ya no existía a partir de 1905, cuando comenzó en Alemania el movimiento revisionista capitaneado por Bernstein, formándose por contraste, en el vaivén de las tendencias, un movimiento de izquierda revolucionario, que en Italia jamás salió del campo de las frases, mientras que, en el socialismo ruso, fue preludio del bolcheviquismo. Reformismo, revolucionarismo, centrismo: de toda esta terminología, hasta los ecos se han extinguido, en tanto que en el gran río del fascismo encontraréis las corrientes que nacen de Sorel, del Lagardelle del mouvement socialiste, de Péguy, y de la cohorte de los sindicalistas italianos, que entre 1904 y 1914 pusieron una nota novedosa en el ambiente socialista italiano, ya debilitado y cloroformizado por la fornicación giolittiana, con las Pagine libere de Olivetti, La lupa de Orano, Il divertiré sociale de Enrico Leone.
En 1919, terminada la guerra, el socialismo ya estaba muerto como doctrina: sólo
existía aún como rencor, sólo tenía aún una sola posibilidad, particularmente en Italia: la represalia contra aquellos que habían querido la guerra y que debían expiarla. El Popolo d’Italia traía como subtítulo: “Cotidiano de los combatientes y de los productores.” La palabra productores constituía ya la expresión de una orientación mental. El fascismo no salió de una teoría elaborada precedentemente, sobre el papel: nació de una necesidad de acción y fue acción; durante los dos años primeros, no fue partido, sino anti-partido y movimiento. El nombre que yo di a la organización, definía los caracteres de la misma.El que lea, en los periódicos ya amarillentos de la época, la crónica de la reunión constitutiva de los fascios italianos de combate, no hallará una doctrina, sino una serie de motivos, de anticipaciones, de alusiones y bosquejos que, libres de la inevitable ganga de las contingencias, al cabo de algunos años debían desarrollarse en una serie de posiciones doctrinarias que hacían del fascismo una doctrina política con fisonomía bien definida, en comparación con todas las demás, pasadas o contemporáneas. “Si la burguesía cree que nosotros le serviremos de pararrayos, se engaña”, decía yo entonces. “Nosotros debemos ir al encuentro del trabajo… Queremos acostumbrar a las clases obreras a la capacidad directiva, y ello incluso para convencerlas de que no es fácil hacer que marche una industria o un comercio. Combatiremos al retaguardismo técnico y espiritual… Abierta la sucesión del régimen, nosotros no debemos aparecer inactivos. Debemos correr; si el régimen queda superado, nosotros tenemos que ocupar su lugar.
El derecho de sucesión nos viene de que hemos impulsado al país a la guerra y lo hemos llevado a la victoria. La representación política actual no puede bastarnos, queremos una representación directa de los diversos intereses… Contra este programa, se podría decir que volvemos a las corporaciones. No importa… Por esto, yo quisiera que la asamblea aceptara las reivindicaciones del sindicalismo nacional desde el punto de vista económico…”
¿No es singular el hecho de que ya en la primera jornada de la plaza San Sepolcro,
resuene la palabra corporación, que en el curso de la revolución tenía que llegar a
significar una de las creaciones legislativas y sociales fundamentales del régimen?
Fundó su Fasci Italiani di Combattimento el 23 de marzo de 1919 y, a partir de ahí, fue gestando su movimiento hasta convertirse en el partido político dominante. No se debe negar que la burguesía italiana lo apoyó por ir contra el socialismo, pero esto no fue su único objetivo. Obtuvo el poder en 1922 y estableció una dictadura que perduró hasta 1943, pero DENTRO DEL REINO DE ITALIA -cosa que lo hace muy distinto al régimen de Adolf Hitler y a otros países que establecieron dictaduras similares.
Según Mussolini, el fascismo como doctrina es lo siguiente:
Como toda concepción política vital, el fascismo es práctica y es pensamiento, acción animada por una doctrina inmanente, y doctrina que, surgiendo de un sistema dado de fuerzas históricas, no se desliga de él, sino que obra en él desde dentro. (1) Tiene, pues, una forma correlativa a las contingencias de lugar y de tiempo, pero a la vez posee un contenido ideal que, en la historia superior del pensamiento, es la fórmula de una verdad. (2) En el mundo no es posible actuar espiritualmente como voluntad humana dominadora de voluntades, sin poseer un concepto de la realidad transeúnte y particular sobre la cual se debe obrar, y de la realidad permanente y universal en la cual tiene la primera la razón de su ser y de su vida.
Para conocer a los hombres, es preciso conocer al hombre; y para conocer al hombre, es preciso conocer la realidad y sus leyes. No existe concepto del Estado que no sea fundamentalmente concepto de la vida: filosofía o intuición, sistema de ideas que se desarrolla en una construcción lógica o que se recoge en una visión o en una fe, pero que, por lo menos virtualmente, será siempre una concepción orgánica del mundo.

Respecto a la relación entre el fascismo y el liberalismo, enunciaba esto:
Siendo anti-individualista, la concepción fascista se pronuncia por el Estado; y se pronuncia por el individuo en cuanto éste coincide con el Estado, que es conciencia y voluntad universal del hombre en su existencia histórica. (11) Está en contra del liberalismo clásico, que surgió de la necesidad de reaccionar contra el absolutismo y que
terminó su función histórica desde que el Estado se transformó en la conciencia y
voluntad populares.El liberalismo negaba al Estado en interés del individuo particular; el fascismo reconfirma al Estado como verdadera realidad del individuo. (12) Y si la libertad ha de ser atributo del hombre real, y no de aquel abstracto fantoche en el cual pensaba el liberalismo individualista, el fascismo se pronuncia por la libertad. Se pronuncia por la única libertad que puede ser una cosa seria, a saber, la libertad del Estado y del individuo en el Estado. (13)
Ello, en razón de que, para el fascista, todo reside en el Estado, y nada que sea humano o espiritual existe, y tanto a menos tiene valor, fuera del Estado. En este sentido, el fascismo es totalitario, y el Estado fascista, síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla e incrementa toda la vida del pueblo.

¿Y qué opinaba del socialismo? Bueno, las palabras no eran mejores:
Ni individuos, ni grupos (partidos políticos, asociaciones, sindicatos, clases) fuera del Estado. (15) Por ello, el fascismo es contrario al socialismo, el cual reduce e inmoviliza el movimiento histórico en la lucha de clases e ignora la unidad del Estado que puede reunir a las clases armonizándolas en una sola realidad económica y moral; análogamente, es contrario al sindicalismo de clases.
Pero el fascismo entiende que, en la órbita del Estado ordenador, las reales exigencias que dieron origen al movimiento socialista y sindicalista sean reconocidas, y, efectivamente, les asigna una función y un valor en el sistema corporativo de los intereses conciliados en la unidad del Estado. (16)

Y por último, habla del Estado Fascista Totalitario.
El Estado fascista, siendo la forma más elevada y poderosa de la personalidad, es
fuerza, pero en sentido espiritual. Esta fuerza resume todas las formas de la vida moral e intelectual del hombre.Por lo tanto, no se la puede limitar a simples funciones de orden y de tutela, como pretendía el liberalismo. No es un simple mecanismo que limite la esfera de las presuntas libertades individuales. Es forma y norma interior, y disciplina de toda la persona; penetra la voluntad como la inteligencia.
Su principio, inspiración central de la personalidad humana que vive en la comunidad civil, desciende hasta lo hondo y se anida en el corazón del hombre de acción como en el del pensador, en el del artista lo mismo que en el del sabio: alma del alma.

¿Y actualmente qué podemos entender por fascismo?
Esta pregunta me parece difícil de responder porque, como lo expuse al principio, ahora a todo se le quiere desacreditar como fascista… o en el mejor de los casos, como neo fascista. Esta palabra la pueden usar desde personas a pie como PRESIDENTES DE UNA REPÚBLICA. ¿Y qué implica esto? Pues que al ser nombrado fascista otra persona, tiene que defenderse de un ataque personal y mal intencionado de alguien que, o deliberadamente ignora el significado o es auténticamente ignaro del mismo.
Algunas personas mencionan que los fascistas son personas conservadoras, de “derecha”, liberales, libertarios, pequeño burgueses, comerciantes, capitalistas, etc. A mi parecer, después de lo que hemos leído a lo largo de esta entrada, esto no puede estar más alejado de la realidad. Además de que en mi opinión el concepto de FASCISTA se ha vulgarizado. Según Umberto Eco, esto caracteriza al fascismo en este siglo XXI:
1. Culto de la tradición, de los saberes arcaicos, de la revelación recibida en el alba de la historia humana encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas.
2. Rechazo del modernismo. La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el Ur-Fascismo puede definirse como irracionalismo.
3. Culto de la acción por la acción. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas.
4. Rechazo del pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.
5. Miedo a la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Ur-Fascismo es, pues, racista por definición.
6. Llamamiento a las clases medias frustradas. En nuestra época el fascismo encontrará su público en esta nueva mayoría.
7. Nacionalismo y xenofobia. Obsesión por el complot.
8. Envidia y miedo al “enemigo”.
9. Principio de guerra permanente, antipacifismo.
10. Elitismo, desprecio por los débiles.
11. Heroísmo, culto a la muerte.
12. Transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sexuales. Machismo, odio al sexo no conformista. Transferencia del sexo al juego de las armas.- NOTA DEL AUTOR DE ESTE TEXTO: esta parte me parece un auténtico despropósito-
13. Populismo cualitativo, oposición a los podridos gobiernos parlamentarios. Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la voz del pueblo, podemos percibir olor de Ur-Fascismo.
14. Neolengua. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. Pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua, incluso cuando adoptan la forma inocente de un popular reality show.
Si uds. ven en alguna de esas características a poblaciones de distintos tipos, clases, etnias, lenguas y demás, debe ser mera coincidencia.
¿Que existen los NEOFASCISTAS? Sí. Sin duda. Y quien lo niegue, es ciego. ¿Que cualquiera que vaya contra ideales “sociales” sea un fascista? No, eso ya es una exageración e imposibilita el diálogo y el entendimiento.

Solo les pido a los lectores que cuando alguien les diga facho pobre, facho o fascista en un debate, puedan usar esta entrada de blog para defender sus puntos de vista.
Espero les sirva de algo y que puedan entender que la diversidad de pensamientos nos enriquece.
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– Hal Jordan
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-Hal Jordan.