Dicen que una imagen vale más que mil palabras y es justo en nuestro siglo donde esa frase retumba aún más fuerte dentro de la memoria colectiva. Ante la importancia que en la actualidad tienen las imágenes cinematográficas en los procesos de construcción de la memoria individual y colectiva de la identidad realizó esta pequeña reflexión acerca del impacto del séptimo arte en la percepción histórica.
El cine nace en 1895 y desde entonces se convirtió en un medio de expresión privilegiado de nuestra época. Se constituye en un medio de comunicación masivo, propio de la sociedad urbana industrial, capaz de influir en la forma que las personas estructuran el mundo. En síntesis, se vuelve parte de la cultura de masas.
Sus imágenes constituyeron a lo largo del siglo pasado y en lo que ha transcurrido del actual, un inmenso laboratorio para la reflexión no solo de los historiadores si no de las demás ciencias sociales, de este modo, la tarea de investigar el devenir de los procesos socio históricos cuenta hoy con este inestimable recurso provisto por la ciencia y la tecnología modernas.
L’Arrivée d’un train en gare de La Ciotat
Cine como parte de la historia.
El cine se convirtió, sin duda, en el arte que mejor expresa las contradicciones y el devenir de la vida moderna, porque surge como una tecnología que permite la circulación, la movilidad de la mirada y la restitución de lo efímero, pero también como un medio de expresión constitutivo de una nueva colectividad, esto es, un tipo de público receptivo a las imágenes y con una mirada capaz de asumir la dificultad de percepción del espacio y el tiempo que la modernidad trae consigo.
Las películas nos brindan otras versiones del pasado y son considerados como “memorias relevantes” que reclaman ser tenidas en cuenta a la hora de reconstruir los hechos históricos. El cine nos aproxima al pasado de una forma especial y por lo mismo exige un ejercicio interpretativo crítico por parte del sujeto y la sociedad que lo mira.
Historiadores y el cine.
Los historiadores han discutido sobre el valor de estos documentos ágrafos y, como parte de esta discusión, analizan la importancia de la interpretación de acontecimientos históricos en la sociedad moderna orientada preponderantemente hacia las imágenes. Tanto las fuentes escritas como los testimonios cualitativos y artístico-culturales son herramientas que se complementan permitiendo una reconstrucción multilateral, brindando distintas perspectivas de abordaje que pueden contribuir a plantear nuevos interrogantes en los temas investigados.
La imagen cinematográfica nos proporciona fragmentos y pequeños vestigios del pasado, que en su diálogo con el presente nos permiten establecer vínculos con lugares cercanos o lejanos a este último. La lectura que se haga de las imágenes cinematográficas dependerá de la sociedad que las mire y de quienes crean que ellas constituyen una huella de la historia, pero una huella muy particular, pues a lo largo de su historia el cine ha construido una memoria que le es específica, que no nos muestra ”lo real” en sí mismo o en estado bruto sino que como artefacto retórico se ha consolidado como un medio creador de sentido.
Cine como medio de crear historia
El cine puede ser una vía legítima de hacer historia, de representar, interpretar, pensar y dar significado desde las huellas del pasado. La historia no debe ser reconstruida únicamente en el papel, ya que a través de elementos como el sonido, la imagen, la emoción y el montaje, una película ofrecería otras versiones de los hechos y puede hacernos reflexionar sobre los mismos. La historia, aunque ciencia humana de lo particular y lo concreto, no puede entender el pasado sin crear abstracciones como revolución, progreso, modernización. Pero a diferencia de la palabra, la imagen fílmica no puede abstraer o generalizar. Esta es una característica de la representación fílmica del pasado: explicarlo a través de individuos, actuando dentro del proceso histórico, padeciéndolo o intentando transformarlo.
El cine como artefacto cultural e ideológico y medio de comunicación masivo, ofrece al historiador múltiples perspectivas de análisis: como documento histórico, versión fílmica del pasado, como recurso didáctico, sistema significante, y lugar de la memoria y del imaginario social. Todas ellas constituyen espacios de encuentro, de intersección entre estas dos prácticas y determinan la conformación de un nuevo campo explorado por los investigadores que valoran las imágenes en movimiento como elementos relevantes para la construcción del saber histórico.
-Barbarella
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