No podemos entender las independencias de los países de América sin enmarcarlos dentro del conflicto franco-británico que, en busca del predominio económico y militar de esas potencias, dominó el siglo XVIII. Este conflicto bien puede considerarse como la primera guerra mundial ya que involucró a muchos países y se llevó a cabo en todo el mundo.

El conflicto al que hacemos alusión comenzó con la muerte de Carlos II de España, de la dinastía Habsburgo, el 1 de no
viembre de 1700. Este personaje, conocido como “el Hechizado”, nació con serias deficiencias de salud. En realidad, aunque la Corte trató de ocultarlo, llegó a adulto con cierto retraso mental y con serios problemas neurológicos y fisiológicos, que impidieron que gobernara. Oficialmente fue rey en funciones, desde 1665, a los cuatro años de edad, hasta su fallecimiento. No pudo dejar descendencia y, gracias a su realidad física y al afrancesamiento creciente de la corte española, permitió que el grupo profrancés del gobierno español tomara el poder de decidir en los asuntos de estado, a partir de 1675, cuando Carlos llegó a la mayoría de edad, terminando la regencia de su madre Mariana de Austria.
En su testamento dejó como heredero a su sobrino nieto Felipe de Anjou, de la casa de Borbón, nieto de Luis XIV y de su hermana María Teresa de Austria. Felipe de Anjou fue coronado el 16 de noviembre de 1700, originando con esto la guerra de sucesión en España en la que se enfrentó con Carlos de Austria. Esta guerra duró 14 años y terminó con los tratados de Utrecht y Rastatt, firmados entre 1713 y 1715, en los que Felipe V de Borbón obtiene el trono de España, con las colonias americanas; Prusia el estatus de reino; Austria, los territorios españoles en Flandes e Italia; Inglaterra, Gibraltar y Menorca.

Este cambio de dinastía incidió de manera directa en las colonias españolas de América, con lo que se conoce como las “reformas borbónicas”, que consistieron, fiscalmente hablando, en copiar de manera burda el sistema económico inglés, creyendo que el secreto era cobrar impuestos, sin analizar que la fortaleza económica de la Gran Bretaña se basaba, no en cobrar impuestos; éstos se generaban después de que sus empresarios generaban riqueza en un mercado de libre comercio. A los Borbón esta parte no les importó e instituyeron, al igual que en Francia el despotismo ilustrado y se dedicaron a cobrar impuestos a diestra y siniestra, tanto en España como en las colonias. Esto fue una de las causas de descontento en la América Española, que fue madurando su independencia
Entre 1756 y 1763 se llevó a cabo la Guerra de los Siete Años, que comenzó con el control de Silesia por parte de la casa de Hannover y por el dominio colonial en América del Norte y la India, entre Francia y Gran Bretaña. En esta guerra intervinieron, España, Portugal, Prusia, Hanover, Sajonia, Suecia, Francia y Gran Bretaña en diferentes momentos y en diferentes lugares. Se libró en Europa, Norteamérica, Centroamérica, la costa occidental de África, India y Filipinas. En 1755 los británicos atacaron posiciones reclamadas por Francia en América del Norte y capturaron navíos mercantes franceses. Prusia y Austria, mientras tanto, peleaban en torno a Silesia. Gran Bretaña se alió a Prusia y Francia se alió a Austria. La alianza angloprusiana tomó Hannover y Portugal, lo que dio lugar a que éste país fuera invadido por franceses y austriacos. Suecia, Sajonia y España se aliaron inmediatamente con Austria y Francia. El Imperio Ruso tomó partido, en un principio por Francia y Austria, cambiando de bando después a favor de Gran Bretaña. Suecia y Rusia, optaron por una paz por separado con Prusia. Los demás estados beligerantes resolvieron, en apariencia, sus diferencias con el Tratado de París firmado en 1763 por Francia, España y Gran Bretaña. Sajonia, Austria y Prusia hicieron lo mismo, en el mismo año con el Tratado de Hubertusburgo.


Pues bien; esta guerra tuvo un destacado capítulo en Norteamérica, donde se enfrentaron fuerzas inglesas, apoyadas por colonos americanos e indios y fuerzas francesas, también apoyadas por colonos y por indios. Los colonos de la parte inglesa, generaron, además de un sentimiento de identidad, una organización con mandos y equipo que, trece años después, les permitió enfrentar a los ingleses. Por otro lado, como España era aliada de Francia, se temía con razón que las fuerzas inglesas invadieran las colonias españolas de América, por lo que en Madrid se decidió en 1765 que se crearan ejércitos locales en cada virreinato y capitanía general para que, en caso de una invasión, pudieran defenderse. El temor era justificado, como se vio después con la invasión de Cuba por parte de Inglaterra, tomando La Habana y los intentos frustrados de apoderarse de Buenos Aires y Cartagena de Indias. Estos ejércitos fueron la base de la oficialía y la tropa que cincuenta años después lograrían la independencia de España.
En 1775 comenzó la revolución burguesa en Norteamérica que evolucionaría a la independencia de las colonia y la creación de los Estados Unidos con el apoyo militar de Francia, sin el cual difícilmente los rebeldes hubieran podido derrotar a Inglaterra. Esta gesta es uno de los capítulos más importantes del conflicto franco- inglés que, en esta ocasión, le dio el triunfo a Francia y, de paso ayudó a crearse al nuevo país americano. No está de más decir que la sangría económica que a Francia le representó este apoyo a las colonias de Norteamérica, fue una de las causas de la Revolución Francesa en 1789.

Como podemos ver, el mundo , desde estas épocas estaba interrelacionado de tal manera que lo que ocurría en Europa tenía repercusiones en todo el mundo.
Ciudad de México 14 de septiembre de 2020
Dr. Mariano García Martínez
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