Hasta hace 30 o 40 años los académicos en las universidades debatían a puerta cerrada sobre algún tema de importancia, se discutían las novedades académicas y se refutaban otras más. Para el público en general esta información era casi inaccesible, solo unos pocos – los más informados- sabían qué revistas o periódicos comprar para leer sobre algún tema de interés. Todo lo que la gente sabía sobre materias como la Historia era gracias a la SEP, el gobierno y los medios de comunicación controlados por el anterior, si bien no podemos decir que la población vivía en la ignorancia total, sí había cierto rezago o marginación de conocimiento.
Como es costumbre de políticos y gobiernos, lo que se le enseñaba a los jóvenes en las escuelas estaba ampliamente manipulado, recortado o ignorado en beneficio de los intereses del momento, esto propició la creación de los denominados “mitos históricos” ;leyendas impulsadas por la historia oficial que lejos de contar los hechos verídicos subrayaban o creaban nuevos discursos a favor de algún personaje o hecho histórico.
Los más evidentes son ampliamente conocidos, la aureola de misticismo que rodeó a figuras como Benito Juárez, Lázaro Cárdenas o Francisco Madero y que prácticamente los elevó a la categoría de semidioses alteró la forma de ver y percibir la Historia para el mexicano común.
La Historia oficial -evidentemente con fines políticos- se encargó de construir un discurso histórico novelesco con personajes buenos y malos, mientras que figuras como las antes mencionadas eran elevadas a héroes nacionales otros nombres menos afortunados fueron inscritos en el bando de los villanos; Santa Anna, Hernán Cortes y Porfirio Díaz son solo algunos de los desdichados individuos que hasta hace poco ostentaron la categoría de enemigos de la nación.

Durante muchos años la situación se mantuvo prácticamente igual para la Historia popular, el discurso de héroes y villanos permaneció inamovible del imaginario común, sin embargo muy pronto esto empezó a cambiar.
El año 2000 marcó una era de desajustes y reordenamiento político, el fin de la hegemonía política del PRI, la llegada de la globalización y las nuevas tecnologías dieron como resultado una libertad académica y de expresión sin precedentes, si bien el discurso oficial no cambio mucho, la llegada de las redes sociales y el internet a manos de la población significó un profundo cambio en la manera de percibir y difundir la Historia.
En los años posteriores este hecho aumento cada vez mas, primero las páginas Web y luego sitios como Facebook y YouTube se encargaron de estudiar, debatir y criticar la postura oficialista, es entonces cuando surge una nueva ola de estudio histórico que se caracteriza por el rechazo al discurso oficialista del gobierno y por consiguiente a todo lo que se enseñaba hasta el momento.
Sin embargo, este suceso trajo consigo consecuencias tanto positivas como negativas, por una parte “el bando de los villanos” fue rescatado, una nueva fascinación por el estudio de personajes como Porfirio Díaz y Maximiliano de Habsburgo destruyó la mayoría de los mitos existentes alrededor de estos personajes; no obstante, en vez de centrarse en un estudio objetivo y libre de extremos, los antiguos villanos fueron elevados a héroes casi o más intocables que los “héroes” anteriores.
La situación se revirtió, Juárez paso a ser un ser odiado, casi repudiado, mientras que Maximiliano fue enaltecido como un individuo inocente, con intereses puramente benéficos a favor de México que lo hacen ver cómo un “benefactor desinteresado” digno de protagonizar una película de Disney.
Este nuevo discurso pecó de radicalismos casi al nivel de la historia oficial, se crearon nuevos grupos que más que estudiosos y seguidores de un personaje histórico se asemejan a fanáticos sin razonamiento.

Una situación es en particular interesante: la de Maximiliano y Benito Juárez. La “nueva ola” de revisionismo histórico trajo consigo una marcada corriente de imperialismo, figuras como Iturbide y Maximiliano empezaron a sobresalir de gran manera, ganando mucha popularidad y seguidores.
Esta nueva ola marca en sus inicios la reversión y eliminación de los mitos populares anteriores, se centra en desarmar el discurso construido alrededor de Maximiliano, atacando puntos que lo pintan como “invasor” o “ingenuo”, sin embargo la “reversión de discurso” no solo se nota en la figura de Maximiliano, Benito Juárez también sufre este revisionismo.
En primer lugar se desmienten ciertos mitos sobre él, por ejemplo sus supuestas buenas intenciones, su “desinterés” por el beneficio personal o el esconder ciertas cualidades como su evidente búsqueda de permanecer en el poder. En una segunda fase se subrayan las cualidades positivas de Maximiliano, se habla sobre su liberalismo, las reformas hechas en su gobierno o que intento hacer, en contra parte, se demuestran más puntos negativos sobre Juárez y se realizan comparaciones entre ambos personajes.
Finalmente llega una tercera etapa aún más radical, se aclama a Maximiliano como un héroe innegable, se hunde la figura de Juárez hasta la denominación de villano y finalmente se consigue un discurso parecido al original, en pocas palabras, se cae de un extremo al otro.
Este es el punto central del tema pues se elimina un mito para implantar uno nuevo, el conocimiento popular cambia, pero abandona el discurso oficialista para caer en uno nuevo igual de novelesco e imparcial, los papeles se alteran más en esencia sigue siendo la misma novela del “bueno y el malo”.
Ciertamente un motivo de ello es que la gente está acostumbrada a percibir la Historia como un cuento de buenos y malos, por otra parte la sociedad en general también está involucrada pues tiende a observar bipolarmente al mundo.
Finalmente podemos decir desde un punto de vista general que es entendible el porqué muchas personas tienden a caer en extremos, es también comprensible el porqué debido a ello muchos mitos son sustituidos por otros tras su desaparición.
Como historiadores sabemos que si bien no es posible estudiar un tema con total objetividad si es nuestro deber intentar ser lo más neutral posible, sin caer en hipérboles o radicalismos. Al final sucesos como estos son muestra de una sociedad que evoluciona, que está cada vez mas interesada en conocer la Historia y su pasado por lo que es nuestro deber esforzarnos por desaparecer las leyendas, héroes y villanos de novela que por mucho tiempo han inundado al conocimiento popular.
Empecemos a ver la Historia como lo que es, un objeto de estudio que debe estar libre de prejuicios, fanatismos o partidismos para que finalmente podamos eliminar un mito… Sin crear otro nuevo.
-Zarco
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Un comentario sobre “Estamos tirando mitos históricos…para imponer otros nuevos”