Este ensayo podría terminar de una manera muy rápida y concisa con una respuesta, ya sea afirmativa o negativa, y otorgando una breve explicación de por qué es o no posible hacerlo; sin embargo, en HC nos gustaría desarrollar una respuesta bastante más compleja, que aporte información sobre las diferentes propuestas que hay sobre el tema, y, principalmente, rompiendo ese tabú que aqueja a los medievalistas latinoamericanos desde hace ya muchos años, y que puede notarse fácilmente en la academia y en las publicaciones históricas de nuestro continente.
¿Qué entendemos por Edad Media?
Somos conscientes de que entre nuestro querido público lector se encuentran expertos en la materia que podrían darnos cursos enteros sobre la Edad Media, pero también hay estudiantes que están cursando la carrera, aficionados de la historia y, por supuesto, aspirantes a la universidad que aún no están seguros si escoger la Licenciatura en Historia o no. Sin importar el nivel que uno tenga en cuanto a conocimientos históricos, medievales en este caso, es importante aclarar los conceptos que se están utilizando a la hora de debatir, ya que existen muchos elementos, como las etapas históricas, que cuentan con una definición tradicional y generalmente aceptada, pero que al mismo tiempo existe un debate sobre su significado, su fecha de inicio y de final, y que en todo caso es conveniente acotar antes de desarrollar nuestro tema principal.
Tradicionalmente, la Edad Media es la etapa histórica situada después de la Antigüedad y antes de la Modernidad. Tiene su inicio en el 476 d.C. y su final en el 1453 d.C., es decir, empieza y termina con la caída de los Imperios Romanos, de occidente y de oriente, respectivamente. Ahora bien, estas fechas pueden y suelen variar, dependiendo del enfoque el investigador le está dando a su obra, de forma que hay quien propone que el inicio del medievo puede situarse en el siglo III, o en el VIII, mientras que su final varía entre los siglos XV, XVI y hasta XVIII. Si bien, es pertinente tener esto en cuenta, nosotros utilizaremos la división del tiempo más aceptada, que sitúa a la edad que nos interesa entre los siglos V y XV.
El nombre de esta edad fue acuñado durante el Renacimiento, y ya desde ese tiempo, pero sobre todo durante el periodo de la Ilustración, se consideró que la Edad Media era un tiempo de atraso, una pausa en el desarrollo cultural e intelectual de la humanidad, y un abismo que separaba a los “avanzadísimos” griegos y romanos, de los renacentistas e ilustrados; es decir, el nombre de esta época responde a un discurso que concibe a la historia de manera lineal y progresista, en la que debería cumplirse con una agenda de desarrollo directamente ligada con el tiempo que se vive. Hoy en día esta concepción de la historia no es tan aceptada por los historiadores profesionales, y se ha demostrado en múltiples ocasiones que esa idea tan negativa de la Edad Media no podría estar más alejada de la realidad; sin embargo, quedó plasmada en el imaginario colectivo y persiste hasta nuestros días.
¿Por qué fue tan poco estudiada durante tanto tiempo?
Como explicamos en el apartado anterior, la Edad Media era vista como una etapa llena de violencia, de barbarie, de guerras, enfermedades y muy poca higiene. Algo así como un momento traumático del que no se puede aprender nada y que es mejor olvidar cuanto antes. Durante mucho tiempo, ésa fue la idea que predominó sobre la Edad Media, a la cual incluso llegaban a llamar el Oscurantismo. Paulatinamente esa situación fue cambiando; con la llegada del Romanticismo podemos ver una exaltación de los valores occidentales, cuyo origen se encuentra, sin duda alguna en la Edad Media; y con el surgimiento de los estados nación modernos, los países europeos comenzaron a buscar el inicio de su identidad y de su legitimidad, nada más y nada menos que en la Edad Media, y, por si fuera poco, para mediados del siglo XX muchos historiadores dirigieron su mirada a esta etapa en busca de la comprensión de algunos fenómenos sociales y culturales de la época en que ellos mismos vivieron. De hecho, entre ellos se encuentran algunos de los más grandes medievalistas que hemos tenido, como es el notable caso de Marc Bloch y Jacques LeGoff.
En este sentido, resulta muy sencillo comprender por qué la Edad Media es tan importante y tan estudiada por los historiadores europeos; básicamente toda su estructura social surge durante ese tiempo. La consolidación de la hegemonía cristiana comienza desde la Alta Edad Media, el capitalismo comercial se gesta desde los últimos siglos de la Baja Edad Media, y antes de eso tenemos inventos como las universidades, el método científico, técnicas de agricultura y de navegación, rutas comerciales, templado del acero, la champaña, y la lista podría seguir, pero entonces, ¿tiene algo que ver la Edad Media con Latinoamérica? Generalmente, suele pensarse que la Edad Media es un periodo demasiado remoto, y que se llevó a cabo en un continente totalmente ajeno, por lo que tiene poco que ver con nosotros y por lo tanto, su estudio desde esta parte del mundo es irrelevante; sin embargo, existen grandes estudiosos de culturas orientales, del Imperio Romano, de los griegos y de muchos otros temas más que no son juzgados ni puestos en duda tan fuertemente como ocurre con los medievalistas, ¡Como si de alguna manera el Imperio Romano fuera más cercano a nuestra sociedad que los 10 siglos que le suceden! Sin duda alguna, esta última afirmación puede despertar en el lector una muy interesante pregunta…¿Hay vestigios medievales en la sociedad latinoamericana? Por su puesto que los hay, y para no sesgar ímpetu de investigación que puede estar surgiendo con respecto al tema, mencionaremos solamente unos cuantos.
Vestigios medievales en Latinoamérica
Algunos autores (Baschet, Jerome, ¿Por qué interesarse en la Europa Medieval?) se remontan al tiempo de las Cruzadas, en las cuales la la Península Ibérica tuvo una participación considerablemente menor a la de Francia, Inglaterra, del Sacro Imperio Romano Germánico; y sugieren que esto despertó un profundo anhelo por comenzar una campaña de recuperación de Tierra Santa; sin embargo, después de la reconquista hispana, la situación económica de la península estaba muy lejos de ser favorable, por lo que era necesario conseguir oro y plata a como diera lugar. Ésta es una posible explicación de por qué los conquistadores del Nuevo Mundo buscaban los metales preciosos con tanta desesperación; pero el asunto no termina ahí, y es que al poco tiempo de haber sido consumada la Conquista de México, muchos frailes, principalmente franciscanos (cuya orden también tiene un origen medieval), comenzaron a hacer profundos estudios de las sociedades mesoamericanas. El resultado de sus investigaciones fue plasmado en grandes libros que han llegado hasta nuestros días, y que después de un breve análisis comparativo, podemos determinar que están basados completamente en un modelo medieval que puede remontarse, por lo menos, hasta las Etimologías de San Isidoro de Sevilla, obra en la cual el autor comienza explicando cuestiones relativas a Dios, y posteriormente de otros seres celestiales, después trata temas sobre el ser humano y su historia, y finaliza hablando de los asuntos geográficos y de la fauna y la flora; precisamente el mismo esquema que podemos ver en obras como la de fray Bernardino de Sahagún. Todo esto escrito en tres columnas, que durante la Edad Media solían estar en los idiomas griego, latín y la lengua vernácula del lugar, pero que para el caso mexicano se cambió a náhuatl, latín y español.
Ahora bien, después de la destrucción de México-Tenochtitlan era necesario la construcción de una nueva ciudad, no bajo los esquemas mexicas, sino de los españoles; con el poder eclesiástico y el poder imperial en el centro de la nueva urbe, en la forma de la Catedral Metropolitana y el Palacio Virreinal, siendo éste último la sede del virrey, el alter ego del monarca legitimado por la Iglesia, que a su vez representaba el vínculo más fuerte con el Imperio Romano y con los tiempos de Constantino I.
Analizando este último apartado podemos concluir que la estructura misma de la sociedad latinoamericana, sus costumbres y tradiciones, sus valores morales y hasta su diseño urbano está estrechamente vinculado con los cánones medievales, lo cual significa que estudiar aquella edad desde nuestro continente no solamente es interesante, sino que es algo muy necesario, lo cual nos lleva a la última cuestión de este ensayo… ¿Es posible hacerlo desde aquí?
Hasta hace poco, los estudios medievales desde Latinoamérica eran en extremo difíciles, ya que la mayoría de los documentos y vestigios arqueológicos que al historiador le son de interés y utilidad se encontraban, por obvias razones, en archivos y en zonas europeas, por lo que para consultarlos era necesario un muy largo viaje y una estadía de tiempo considerable, lo cual representaba un gasto importante tanto de dinero como de tiempo, todo esto suponiendo que el historiador ya tenía los conocimientos necesarios para realizar su investigación, como era el dominio del latín y de la paleografía medieval, así como del contexto de su tema de estudio. Claro, esto no suena para nada sencillo; sin embargo, hoy en día tenemos muchos adelantos tecnológicos que nos han facilitado enormemente esta labor. Una enorme cantidad de archivos europeos, así como algunas universidades, se han dado a la tarea de escanear, clasificar y digitalizar sus colecciones medievales, lo cual hizo posible que una persona desde casi cualquier parte del mundo acceda a estos documentos sin la necesidad de salir de su casa. De la misma manera, existen cursos tanto en universidades latinoamericanas como europeas que pretenden otorgar a los estudiantes las herramientas necesarias para el estudio de la Edad Media, entre los cuales hay lectura y traducción de latín, paleografía, diplomática, etc. y, por si fuera poco, existen programas de intercambio, los cuales aunados a la posibilidad de cruzar el Atlántico volando en unas cuantas horas y no en un barco que haría varios días, crea un ambiente mucho más amigable para el medievalista que se ve en la necesidad de viajar físicamente al archivo.
Éstas han sido solo algunas consideraciones que hemos tomado en cuenta con respecto a los estudios medievales desde nuestra tierra, pero si tienes alguna otra que te gustaría proponer o te han surgido dudas con respecto al tema, por favor, no dudes en contactarnos, seguirnos en redes sociales y suscribirte a nuestro canal de Youtube.
-El Erudito.
Puedes leer más de este autor en los siguientes enlaces