Un historiador en Telemarketing

Una graciosa historia en un mundo competitivo

Mi vida profesional ha tenido gratas experiencias y momentos realmente duros. Lamentablemente la pandemia ha traído a colación lo frágil de nuestro sistema y profesión. ¿Por qué? Por depender del gobierno para hacer virtualmente casi todo proyecto. Aunque reconozco que mis errores han provocado problemas profesionales, las causas externas no han ayudado.

Pero, tras una serie de conflictos personales, laborales y de ver frustradas algunas situaciones ajenas y propias de HC, decidí que debía abrir mis horizontes de nuevo a la iniciativa privada: me uní a una empresa de telemercadeo.

Asumiendo la decisión.

Una profunda crisis en mi vida personal me llevó a buscar la ayuda de un familiar cercano y pedirle ayuda en encontrar un trabajo donde labora. No me dio la plaza ni nada, solo la oportunidad de la entrevista. Tras esto, vinieron las llamadas por computadora, exámenes, pruebas, capacitación y finalmente un contrato. No fue un proceso fácil, ni mucho menos, pero debo explicar el porqué.

Por un lado, en el lado de mi orgullo,  admití que mi maestría me había abierto tantas oportunidades laborales como ir a tocar una pared en la Torre Latino. Amo mi carrera y me gustó el posgrado, pero estoy diciendo la verdad. Luego, entender que aquí de nada iba a servir la historia cultural, los grandes ensayos historiográficos ni mucho menos. Fue un duro golpe. Muy duro. No es fácil asimilar que a veces las cosas no salen como uno quiere, pero tras un breve periodo de reflexión y ver lo que ganaba y perdía si no hacía esto, tuve que tragarme ese inútil orgullo y emprender esta aventura.

¿Entonces qué haces ahí?

Primero, ganar dinero relativamente fácil. La empresa da oportunidades, prestaciones y ciertas ventajas y desventajas que sopesé y decidí tomar para mi propio bienestar emocional, económico y laboral. Al contrario de mi empleo gubernamental, PUEDO CRECER. ¿Cuántos pueden decir esto en las oficinas de gobierno? Ojo: no estoy diciendo que sea justo lo que pasa, pero es la realidad. Y caray, me cansé de pedir cosas mínimas.

Ahora, en la empresa pues me están capacitando, me ayudan y orientan en mi labor… y me exigen. He cometido errores y, como le dije a mi superior, los seguiré cometiendo porque soy un humano y solo así aprenderé. Aunque hay una gran diferencia entre cometer errores y ser incompetente, pero la saben y estoy consciente de  mi papel.

OJO: NO ES PERFECTO. Hay asuntos que sin duda me arquean la ceja, pero después de lo vivido en el gobierno, ¿creen que no puedo soportar algo más por buscar una mejora en mi vida? Ahora viene lo bueno, que es cómo adaptarse…

Mis habilidades al rescate

Afortunadamente, el empleo requiere búsqueda de conceptos, fuentes, palabras clave, bases de datos, uso de inglés y construir una narrativa en torno a los diferentes casos que se atiende. Gracias a mi formación como historiador, pude realizar distintas localizaciones y atención de personas, aunado a que dada mi capacidad de escribir mucho en el gobierno, pude responder de manera rápida y efectiva los problemas.

¿Es el lugar ideal para un historiador? NO. Pero debido a que los lugares ideales donde yo podía estar fui explotado, ignorado o de plano humillado, ¿de verdad es tan mala la idea de estar en una oficina de telemercadeo con opciones de crecer laboralmente? Yo creo que no, no es tan mala idea.

-Hal Jordan.

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