26 de julio de 1941
Embargo petrolero de EEUU a Japón, debido a sus constantes ataques a otros países
¿Qué nos pueden decir de este evento, historiadores?
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Durante los años de la década de los 30, no sólo Japón tenía ambiciones expansionistas en Asia, también la tenía la Unión Soviética y por esa razón, Japón firmo el Pacto Antikomintern que era una alianza contra el comunismo internacional, que como ideología había invadido el mundo y que no estaba lejos de concretarse en una expansión hecha por la fuerza, como la historia se encargaría de demostrar.
Los países europeos, en especial Inglaterra y los Países Bajos, tenían sus colonias y protectorados que explotaban a su antojo las riquezas naturales en sus posesiones asiáticas en especial el petróleo y el caucho.
Japón emprendió la conquista de Manchuria en los últimos cuatro meses de 1931. Aunque Estados Unidos reiteró su política de aislamiento, le recordó severamente a Japón los compromisos internacionales que tenía al firmar el Tratado de Versalles además del Tratado de Comercio con EE.UU., pero como las potencias europeas no respaldaron enérgicamente esa posición, Japón no se vio seriamente amenazado.
El único peligro para Japón era la intervención por parte de Rusia, que reiteradamente mostraba sus ambiciones sobre Asia. Contra esto se previno firmando el Pacto Antikomintern con Alemania, en noviembre de 1936. Era el momento en que los militares extremistas japoneses estaban logrando asumir el control de Japón, aunque tuviesen que quitar de en medio, a los dirigentes moderados que se oponían a sus designios. Cuando en el verano de 1937 creyeron tener preparado el ejército, Japón empezó la conquista de la China propiamente dicha.
El presidente Roosevelt decidió prestarle ayuda a China y en ese caso no invocó la Ley de Neutralidad, pese a ser una guerra no declarada. Pero los japoneses se beneficiaron, porque dependían de la chatarra norteamericana y del petróleo de los países occidentales.
En julio de 1939 el Secretario de Estado de EE.UU., Cordell Hull, dio el estipulado aviso con antelación de seis meses para abrogar el convenio comercial de 1911 con Japón, con lo cual allanaba el camino para el embargo sobre municiones y materiales estratégicos. Esa resolución, junto con el anuncio hecho el mes siguiente cuando Hitler y Stalin firmaron el Pacto de no Agresión con su cláusula secreta de reparto de Polonia, tuvo un efecto apaciguador sobre los japoneses. Además, Japón estaba invadiendo rápidamente el territorio de China y sus recursos metropolitanos estaban sujetos a mucha presión. Ante esa situación, se alejaba el peligro de la amenaza soviética al menos en lo que a Asia se refería.
Pero la declaración de guerra en Europa desvió la atención de Japón al Viejo Continente y le brindó un respiro. La caída de Francia y de los Países Bajos en primavera de 1940 dejó poco menos que indefensas las colonias holandesas de las Indias Orientales, con la consecuencia de debilitar tanto la posición de Gran Bretaña que ésta hubo de ceder a la demanda japonesa de cerrar la ruta de Birmania, última conexión de China con el mar, por donde recibía pertrechos.
En estas circunstancias, la armada imperial japonesa, que nunca había simpatizado mucho con la aventura del Ejército Imperial en el continente, vio abierto el camino de aprovechar la oportunidad para la expansión en las Indias Orientales, a fin de obtener las materias primas esenciales para su industria: petróleo, estaño, caucho y quinina.
El Japón ya había adelantado su penetración a lo largo de la costa sur de China, y a comienzos de 1939, había ocupado Hainan. Poco después de la caída de Francia, el Gobierno francés de Vichy permitió que su colonia de Indochina, que se mantenía leal al Mariscal Petain, cediese la ocupación de la parte norte de Indochina a los japoneses. Finalmente en septiembre de 1940, el Japón firmó su alianza con las potencias del Eje, lo cual constituía una evidente advertencia a EE.UU. para que no interviniesen ni en Europa ni en Asia.
Habiendo expirado en enero de 1940 el convenio comercial con Japón, EE.UU. recuperaba la libertad de embargo a los envíos de materiales estratégicos al Japón. Pero el Gobierno de Roosevelt no lo hizo, asesorado por el embajador Grew en Tokio, quien pensaba que el cese abrupto del comercio con EE.UU. podría ser causa de que los japoneses invadiesen las Indias Orientales, tenía también la esperanza de que podría evitar de algún modo alguna represalia, si continuaban suministrando los materiales que hasta entonces les habían estado suministrando. En julio de 1940, el Congreso de EE.UU. aprobó una ley regulando las licencias de exportación. Con ello se cortó la venta de aviones y de gasolina de aviación al Japón, pero la exportación de hierro y acero duró hasta otoño, y el Departamento de Estado continuó expidiendo licencias para la exportación de petróleo, indispensable para las industrias japonesas hasta julio de 1941.
Ante la situación asiática, los países occidentales con intereses en ese continente, incluyendo a EEUU que importaba caucho y quinina, por nombrar sólo dos productos, no podían suponer otra cosa que Japón se estaría preparando para expansionarse hacia el sur y eso les aconsejó a concertar planes para enfrentar la crisis que se avecinaba. La primera Conferencia del ABC, celebrada en Washington a comienzos de 1941, además de sentar la prioridad del teatro de la guerra europea, dejó establecido que el Pacífico sería el escenario de responsabilidad de EEUU, en caso de guerra con el Japón. Una conferencia en Singapur, en abril, no produjo resultados efectivos, limitándose únicamente a recomendaciones para prestarse auxilio mutuo en caso de un rompimiento de hostilidades. Los japoneses sabían que los acuerdos tomados en ABC ponían en peligro su seguridad y tenían que prepararse para acceder de cualquier forma a los recursos del Pacífico Sur, los cuales era evidente no podían ser obtenidos mediante acuerdos comerciales, sino mediante acciones de fuerza.
El avance japonés en Indochina era, a los ojos de EE.UU., un asunto crucial. Cuando, en julio de 1941, los japoneses anunciaron que su Gobierno había concertado con el de Vichy un pacto de “Protectorado conjunto” en Indochina, Roosevelt replicó congelando todos los valores de Japón en EE.UU., con lo cual cerraron finalmente la puerta a los abastecimientos de petróleo. Esta medida precipitó la crisis. Japón tenía que encontrar dónde aprovisionarse de petróleo o resignarse a contemplar cómo se paralizaba su industria y peligraban sus operaciones militares en China. Era imposible que Japón pretendiera abastecerse de petróleo de otros países americanos, puesto que EE.UU. ejercía un control total en todos los países del área. De esa forma se empujaba a Japón a la guerra.
En octubre cayó el Gabinete Konoye al no poder resolver la crisis y lo sustituyó un Gobierno militar encabezado por el General Tojo. En noviembre llegó a EE.UU. un enviado especial japonés para auxiliar al embajador Nomura en las negociaciones con objeto de reanudar los embarques de petróleo. El fracaso de esas negociaciones, condujo directamente al ataque a Pearl Harbor.
Bibliografía
JAPON Y EL EMBARGO DEL PETROLEO. (1939). El Trimestre Económico, 6(23(3)), 484–494.
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Petróleo en Japón: La Segunda Guerra Mundial. (s. f.). Recuperado 23 de julio de 2021, de https://www.exordio.com/1939-1945/civilis/industria/petroleoJAP.html
Edri Alexander Crespo Jama