
“Las ratas están abandonando el barco”.
– Hans Refior el 21 de abril de 1945 durante la batalla de Berlín.
22 de abril de 1945, pese al estado deplorable que tiene la capital alemana, muchos de sus servicios públicos siguen en función con relativo orden, uno de ellos es el banco del tercer imperio germán, el Reichsbank, que desde luego operaba con el mínimo personal posible, apenas un puñado de contadores se encontraba en su interior en la mañana del mencionado día.
El estado de caos de la ciudad no hizo sospechar a los trabajadores del Reichsbank cuando un pequeño convoy compuesto por un par de camiones Opel Blitz y algunos autos de uso civil arribaron a las afueras del banco ese día. Rápidamente, tropas de las SS comandadas por el Coronel Josef Spacil saltaron de los camiones y entraron al edificio, asegurándolo en su totalidad. Es entonces que este grupo armado les da una orden a los confundidos empleados del lugar: Abran la bóveda.
En cuestión de minutos, este pequeño grupo de asaltantes que vestían como soldados, logran hacerse de lo que hoy en día serían 131 millones de dólares en diferentes divisas.
Luego del exitoso atraco, los hombres bajo el mando de Spacil suben de nuevo a sus transportes, quienes avanzan en dirección al aeropuerto de Berlín, aún bajo control alemán. Una vez en el lugar, los miembros de las SS junto con algunos de sus familiares que los seguían en sus autos particulares suben a un Junkers Ju 52 que los esperaba con nada más que sus vidas, y desde luego, el botín. A través de los disparos de artillería soviética que se escuchan por todos lados, el avión logra escapar hacia el sur de Alemania, muy cerca de la llamada fortaleza alpina.
En cuestión de horas, un grupo de alrededor de 10 hombres lograron hacerse con todos los billetes y monedas del Reichsbank, dejando únicamente atrás el oro, que sería demasiado pesado como para transportarlo a través del avión en el que huyeron. En el momento del atraco, se calcula que el banco de Berlín contenía alrededor del 7% del gran total del dinero que Alemania tenía en 1945, pero lo más impresionante de todo, es que los responsables de este delito lograron salirse con la suya.
Bienvenidos historiadores a una nueva entrega de Sábado Bélico, en esta ocasión tocaremos un tema sumamente interesante que ha pasado desapercibido durante mucho tiempo, y como ya se dieron cuenta, dejaremos el frente de batalla por esta ocasión para concentrarnos en un pasaje sucedido durante los últimos días de soberanía alemana sobre su propia capital, y así como ya describimos el desenvolvimiento de este golpe digno de su propia película, también hablaremos sobre los motivos que llevaron a esto, su propio contexto militar y desde luego, el desenlace que tuvieron los hombres que fueron partícipes de este curioso relato de la historia, pero antes de hacerlo, les recordamos como cada semana que si les gusta nuestro contenido y quieren seguir viendo más del mismo, le den like a este vídeo, se suscriban al canal, activen la campana para no perderse ninguno de nuestros vídeos pero sobre todo, compartan este contenido para seguir aumentando nuestro alcance para poder entregarles más y mejores historias. Síganos en nuestras redes sociales para estar al pendiente de todo lo que sucede con HC Historia Contemporánea cuyos enlaces están en la descripción, y sin más dilación, exploremos cómo fue que los alemanes llegaron a esta situación.
Cuando la batalla de las colinas de Seelow veía su finalización el 18 de abril de 1945, significaba que el camino hacia Berlín estaba libre, y por tanto, la capital alemana se convirtió de facto en una ciudad del frente oriental.
Lo que se había logrado en la mencionada batalla fue una retirada organizada de una buena cantidad de tropas y material bélico para ser usado en la defensa de Berlín, cuya llegada fue desde luego bien recibida por parte de sus habitantes, pero ante los ojos de los oficiales gubernamentales e incluso militares, lo único que vieron fue la llegada del heraldo de su propia perdición.
El pánico empezó a expandirse a través de todos los cargos, pero la terquedad de Hitler por defender la capital, y sobre todo, por quedarse en ella,abría camino solamente a dos posibilidades, morir a manos de los rusos, o tratar de escapar con la posibilidad de enfrentar un pelotón de fusilamiento. Desde luego muchos intentaron y lograron la segunda opción, destacándose Heinrich Himmler y Hermann Göring, quienes abandonaron la ciudad el 20 de abril, justamente en el cumpleaños de Hitler, pero más importante que ellos para esta historia, entre los tantos desertores de una defensa fanática y sin sentido se encontraba Ernst Kaltenbrunner, el entonces director de la oficina principal de seguridad del Reich, quien escapó hacia una casa suya ubicada en el sur de Austria.
Ernst era consciente de que la guerra estaba perdida, razón por la cuál se encontraba sumamente preocupado de su destino inmediato, pues era un reconocido criminal de guerra, por lo que debía hallar una forma de asegurar su propia supervivencia. El mayor de sus problemas es que para hacerlo, necesitaría de una importante suma de dinero, y sabía exactamente en dónde encontrarlo.
En algún punto entre los días 20 y 21 de abril, Ernst mandó un mensaje hacia la oficina de administración que era dirigida por Josef Spacil, un coronel de las SS que se desempeñaba como contador en Berlín, quien recibió los detalles de cómo, cuándo, con quién y dónde debería efectuar el robo.
Justo como se dijo en el principio, el golpe se desenvolvió suave como la mantequilla, y esto se dio por diversos factores.
El 22 de abril por la mañana, Hiter esperaba con ansias la contraofensiva del destacamento de ejército de Steiner, el cuál fue el único tema de conversación durante las primeras 12 horas del día en el Führerbunker, paralelo a esto, los soviéticos rompían exitosamente la defensa del norte de Berlín, empezando la maniobra de envolvimiento de la capital que se completaría 3 días después.
Cuando Adolf se percató que Steiner nunca llegaría, dio por perdida la guerra por primera vez, suceso que paralizó a sus allegados, quienes pasaron el resto del día tratando de figurar con su líder un nuevo plan que involucraba al duodécimo ejército alemán para salvar la capital, por lo que no es de extrañarse que en una situación tan extrema, un robo no alarmó a nadie, es probable que los dirigentes del moribundo Reich ni siquiera se hubieran enterado, y si lo hicieron, poco o nada les importaba debido a su precaria situación. ¿Quién piensa en dinero cuando la posibilidad de ser ejecutado por los tan temidos rojos está en el rango de un Katiusha?
Luego de que el exitoso grupo de Spacil arribara a Salzburgo, Austria, los días siguientes fueron entregando cifras importantes de su botín a distintos altos cargos de las SS, otros criminales de guerra que necesitarían una fuerte suma de dinero si querían escapar con su vida intacta de la justicia aliada. El mayor beneficiario inmediato del atraco fue nadie menos que Otto Skorzeny, el llamado hombre más peligroso de Europa, el cuál recibió alrededor de 10 millones de dólares de nuestros días en distintas monedas y que desde luego los escondió nada más recibirlos, así como lo hicieron el resto de oficiales y altos cargos nacional socialistas que tuvieron la buena suerte de hacerse de su parte del botín. En el caso de Spacil, escondió su pillaje en distintos lugares del sur de Austria.
El primer alto cargo de nuestros 3 protagonistas en caer ante la autoridad aliada fue Otto Skorzeny, quien se entregó personalmente el 8 de mayo de 1945 y que logró escapar de su cautiverio, eso sí, sin cargos en su contra por crímenes de guerra que le pudieran costar la vida.
Paralelo a esto, Spacil se entregó de igual manera ante los estadounidenses disfrazado como un simple soldado, pero que rápidamente fue identificado como miembro prominente de las SS.
El último en ser llevado ante los tribunales fue el autor intelectual del asalto, Ernst Kaltenbrunner, el cual fue capturado el 12 de mayo de 1945 mientras permanecía en su residencia en Austria, quien intentó hacerse pasar como un médico, pero no pasó mucho tiempo para identificarlo.
Contrario a lo que se podría creer, el reichsmark siguió usándose activamente como moneda de cambio hasta 1948, por lo que los billetes y monedas con los que el grupo de Spacil logró escapar, mantuvieron su valor y lograron emplearse para el propósito del atraco. Escapar de Europa.
El seguro de vida que Ernst intentó obtener nunca llegó a sus manos, por lo que no tuvo modo de comprar de algún modo las autoridades como si lo pudo intentar Spacil, cuyo caso lo veremos en breve. Kaltenbrunner cometió demasiados delitos comprobables en su contra por su participación en el holocausto, por lo que fue ejecutado el 16 de octubre de 1946 cuando se le encontró culpable de 3 de los 4 cargos en su contra.
A diferencia de él, Spacil llevó a las fuerzas estadounidenses ante algunos de sus escondites para tratar de comprar su libertad, recuperando así alrededor de 8 millones de dólares de nuestros días del botín original de 131 millones, pero lo que seguramente fue lo que le salvó fue el testificar en contra de su superior, Ernst Kaltenrbunner, hecho tras el cuál quedó en libertad y se desempeñó como un oficinista en la ciudad de Múnich. Se especula que dirigió una cadena de supermercados en la posguerra, pero desde luego, los mismos no estaban a su nombre, por lo que podemos deducir qué fue lo que hizo con el dinero que escondió y no presentó ante los aliados.
El hombre que tuvo más éxito fue desde luego Otto Skorzeny, quien además de escapar de su cautiverio, nunca mencionó la existencia de un tesoro, fruto del robo al Reichsbank, por lo que llegó a España en calidad de millonario, usando su dinero para financiar las tan famosas líneas de escape con dirección a sudamérica que usaron una gran parte de los oficiales prófugos del difunto tercer Reich.
Al final de todo, la cifra equivalente a 123 millones de dólares contemporáneos nunca se recuperaron, cuyo rastro se diluyó por completo entre oficiales, escondites, pagos a soldados de bajo perfil por su cooperación, tanto alemanes como aliados y secretos que nunca fueron revelados.
El golpe al Reichsbank de abril de 1945 fue sin duda un completo éxito excepto para quien lo planificó, pero cuyo legado fue sumamente importante para mantener las operaciones ilegales de Skorzeny después de la guerra, por lo que es un pasaje que debemos comprender y analizar por su importancia inmediata.
Es curioso pensar que un crímen de este calibre haya sido perpetrado por los hombres que le juraron lealtad incondicional a Alemania y su entonces líder, pero cuando todo se estaba derrumbando, supieron aprovechar bien los restos de su tan amada patria y escapar con ellos, después de todo, si crías cuervos, en algún momento te sacarán los ojos.
Y esto es todo por esta entrega de Sábado Bélico, esperamos haya sido de su agrado y que puedan apoyarnos de la manera acostumbrada, los acompañó Der Ausländer, y tengan por seguro que la próxima semana retomaremos los combates de la línea del frente, hasta la próxima.
Material consultado para la realización de este documental:
Alford, Kenneth A, Savas, Theodore P. (2007). Nazi Millionaires: The Allied Search for Hidden SS Gold. Estados Unidos de América: 2007.
- Beevor. (2002). Berlín la caída: 1945. Barcelona, España: Penguin Books Ltd.
- Sayer & D. Botting. (2011). Nazi Gold: Mainstream Publishing.
- Skorzeny. (1962) Vive peligrosamente.
Mark Felton. (2021). SS Bank Heist – Berlin 1945. 15/09/2021, de Mark Felton Sitio web: https://www.youtube.com/watch?v=eMy-AKoZEvA&t=18s&ab_channel=MarkFeltonProductions
– Der Ausländer.