El día de hoy se cumplen 181 años del regreso de Napoleón Bonaparte a Francia, tras su muerte en el exilio el 5 de mayo de 1821.
Napoleón había escrito en su testamento que tras su muerte, se le diera sepultura “a orillas del Sena, en medio del pueblo francés al que tanto he amado”. Al darse su muerte, el conde Bertrand solicitó sin éxito al gobierno británico que permitiese que el deseo de Napoleón fuese cumplido. Entonces presentó una solicitud a los ministros del nuevamente restaurado Luis XVIII de Francia, sin embargo, esta también fue negada por parte del ministerio, alegando que podría ser contraproducente el retorno de Napoleón porque podría provocar alguna agitación política, una situación que el gobierno francés prefería evitar. Un nuevo intento se hizo tras la Revolución de 1830 bajo una petición exigiendo un nuevo entierro de los restos mortales de Napoleón en la base de la columna Vendôme (siguiendo el ejemplo de los restos de Trajano, enterrados en la base de su columna en Roma), misma que fue rechazada por la Cámara de Diputados el 2 de octubre de 1830.
Pesé a los intentos fallidos, diez años después, Adolphe Thiers, nuevo Presidente del Consejo bajo Luis Felipe e historiador del Consulado y Primer Imperio, imaginaba el regreso a Francia de los restos como una gran sorpresa política que rehabilitaría los períodos Revolucionarios e Imperiales (de los cuales él escribiría sus Historia de la Revolución francesa e Historia del Consulado y del Imperio), favorecería los sueños de gloria de la izquierda y mejoraría la reputación de la Monarquía de Julio (cuyas relaciones diplomáticas con el resto de Europa estaban entonces bajo amenaza por sus problemas en Egipto, resultado de su apoyo a Mehmet Alí).
Entonces, el 10 de mayo de 1840 François Guizot, entonces embajador francés en Londres, contra su voluntad presentó una petición oficial al gobierno británico, que fue inmediatamente aprobada según la promesa hecha en 1822. El 12 de Mayo de 1840, durante una discusión respecto a la ley de la azúcar, se llevaría a cabo un proyecto para traer de regreso de la isla de Santa Elena (sitio donde descansaban los restos mortales de Napoleón) a Francia y el 17 de mayo, la ciudad de Saint-Denis solicitó que Napoleón fuera enterrado en su basílica, tradicional lugar de entierro de los reyes franceses.
Tras la aprobación del financiamiento al proyecto de retorno de Napoleón, se llevarían a cabo los preparativos para ir por los restos a Santa Elena, el barco zarpó a las 7:00 pm el 7 de julio de 1840 con rumbo fijo, sin embargo tardaría poco más de 93 días la travesía debido a las constantes paradas turísticas que llevó a cabo el encargado de la fragata el Príncipe de Joinville, hijo más joven del Rey. Los restos del Napoleón serían entregados el 15 de octubre del mismo año, tras exhumar el cuerpo, todas las embarcaciones se prepararon para zarpar a las 8 a. m. del domingo 18 de octubre y encaminar su travesía con regreso a Francia, temerosos de sufrir ataques de otras embarcaciones. Afortunadamente no pasaron inconvenientes durante el viaje, y el féretro con los restos de Napoleón llegarían a Francia, a las orillas del Sena, el 14 de diciembre de 1840, un día antes de la ceremonia preparada con antelación para su entierro.
Finalmente, el 15 de diciembre, el cortejo llegó a Los Inválidos a eso de la 1:30 pm, y a las 2:00 p. m. llegaron a la puerta de honor. El rey y todos los principales hombres de Estado de Francia esperaron en la iglesia del Dôme, finalmente Napoleón Bonaparte descansaba en casa.
Tonatiuh León García Cortés