Hoy se cumplen ya 174 años tras la cesión de México a Estados Unidos de más de la mitad de su territorio, bajo el nombre de Tratado Guadalupe-Hidalgo (Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América), México cedió los actuales territorios de los estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, Colorado, Arizona y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma el 2 de febrero de 1848.
Los antecedentes de este suceso histórico vienen tras las confrontaciones con el gobierno estadounidense respecto a cuál era el límite territorial de Texas (Estado que se independizó de México el 2 de marzo de 1838 y se anexionó a Estados Unidos el 29 de diciembre de 1845), pues los texanos mantenían la idea de que el territorio de Texas era el Río Bravo mientras que por parte de México el límite era el Río Nueces. Otros aspectos a destacar fue la constante inmigración de los mexicanos a Estados Unidos y expansionismo territorial estadounidense. Desde el Virreinato de la Nueva España, las zonas altas como California, Nuevo México y Texas eran poco pobladas por los mexicanos, con un aproximado de 50,000 mexicanos radicando en esos territorios, una población escasa para el territorio.
Para poblar esa extensa área, se impulsó la colonización por parte de colonos estadounidenses que reunieran ciertos requisitos, tales como ser fielmente católico, aceptar las leyes mexicanas y hablar o aprender el idioma español. Para facilitar las cosas, Moses Austin sugirió al Gobierno que se otorgaran concesiones, que permitían a una persona colonizar una porción importante de territorio y recibir tierras a cambio de sus servicios. Si bien Moses Austin murió poco después, su hijo Stephen recibiría el permiso para realizar una colonización con 300 familias en las planicies de Texas. Esta concesión fue ratificada por Iturbide y después por la República Federal. A esta primera concesión le siguieron muchas más, tanto para Stephen Austin como para otros empresarios. Muchos concesionarios cobraron precios exorbitantes a los colonizadores, que sin embargo los aceptaron por ser la décima parte de lo que costaba una concesión de tierra equivalente en los Estados Unidos.
Sin embargo en 1836 una multitud de independentistas texanos, comandados por William Barret Travis y Davy Crockett, se hicieron fuertes en la antigua misión de El Álamo, en San Antonio de Béjar, y se declararon en contra de la dictadura de Antonio López de Santa Anna, declarando también la independencia de Texas. La respuesta mexicana no pudo ser otra que eliminar a los rebeldes y obligar a la provincia a continuar dentro de México. A ello estuvo encaminada la expedición de Santa Anna, quien, si bien pudo someter por la fuerza a los texanos en El Álamo, Goliad y El Encinal del Perdido, fue completamente derrotado en la batalla de San Jacinto a manos del general Samuel Houston. Cuando el Congreso estadounidense votó por la anexión de Texas a finales de febrero de 1845, el ministro de México en Washington, Juan Nepomuceno Almonte, exigió como medida de protesta sus cartas credenciales. De esta forma, México suspendió sus relaciones diplomáticas con la Unión Estadounidense, advirtiendo que la anexión de Texas sería considerada como un acto de guerra.
Durante ese tiempo México rompe relaciones con Francia; España, Inglaterra y sus intrigas terminarían por derrocar al presidente Herrera a través de la sublevación del general Mariano Paredes Arrillaga y el apoyo del ministro español en México, Salvador Bermúdez de Castro, (que pretendía colocar un rey Borbón en México) . La administración de Paredes solo sirvió para dividir aún más a los mexicanos y precipitar la declaración de guerra de los Estados Unidos, acaecida el 13 de mayo de 1846. Para agosto, en plena guerra, es derribado Paredes. Prácticamente al mismo tiempo llega Santa Anna, que vivía exiliado en Cuba, y rápidamente asume una posición de liderazgo frente a la invasión.
Santa Anna tomó el liderazgo de la nación y del ejército, pese a ello, sus decisiones y acciones no fueron suficientes para enfrentar a la armada estadounidense. Ejemplo de lo anterior es la batalla de la Angostura, en Coahuila, que Santa Anna ganó. No obstante, decidió retirarse sin tomar prisioneros ni obtener las armas y parque enemigos, los enemigos se vieron sorprendidos al ver que no había huella de Santa Anna, muchos historiadores indican que esta batalla fue ganada por los estadounidenses por “default”.
En una nueva incursión armada, el General Winfield Scott bombardeó en marzo de 1847 el puerto de Veracruz. La invasión estadounidense será considerada por los estadounidenses como un paseo, pues no se ofreció más resistencia que la batalla de Cerro Gordo. El ejército de Scott permanece dos meses estacionado en Puebla, mientras Santa Anna lleva a cabo una de sus intrigas para distraer a Scott y, al mismo tiempo, preparar la defensa de la capital.
Las batallas para tomar la ciudad de México se libran en agosto de este año con la derrota en Padierna del general Valencia y la resistencia en Churubusco por parte del general Pedro María Anaya. La resistencia mexicana fue feroz, pero las limitaciones del ejército le hicieron perder la guerra. Al acercarse Scott a Anaya y pedirle que entregara todo el parque restante, Anaya le respondió con orgullo: “Si hubiera parque, no estaría usted aquí”. Dentro del ejército de Scott se encontraban 200 soldados irlandeses que, por divergencias religiosas, deciden desertar y pasan al bando gubernamental (El Ejército de San Patricio) en castigo por ello, después de la derrota, Scott ordenó que se les juzgara por felonía, y ahorcó a 50 de ellos.
Entre el 22 de agosto y el 6 de septiembre tiene lugar un armisticio. El enviado plenipotenciario estadounidense Nicholas Trist y los comisionados mexicanos Luis Gonzaga Cuevas, Bernardo Couto y Miguel de Atristáin llegar a un acuerdo para concertar la paz. Las negociaciones no tienen éxito, y la guerra se reinicia. Las últimas batallas se libraron en Molino del Rey y el Castillo de Chapultepec; además el pueblo capitalino opuso una resistencia suicida a los invasores, quienes finalmente toman la capital el 15 de septiembre.
Finalmente, para poder ponerle fin a la guerra, el gobierno mexicano implementó un tratado en donde se delimita la frontera entre ambas naciones, siguiendo los ríos Gila y Bravo, y permitiendo un puente de tierra que conecte Sonora y la Baja California. . El tratado sería firmado en la villa de Guadalupe Hidalgo, entonces muy cercana a la ciudad de México, el día 2 de febrero de 1848 y ese mismo se celebró con misa solemne en la Colegiata de Guadalupe.
Tonatiuh León García Cortes