#Efemerides: 18 de marzo de 1890: Renuncia del Canciller Otto von Bismarck, tras 19 años en su posición

18 de marzo de 1890

Renuncia del Canciller Otto von Bismarck, tras 19 años en su posición

El viernes 18 de marzo de 1890, por la vía de la renuncia, concluyó el mandato de Otto von Bismarck como Canciller Federal de Alemania, puesto que equivale al de Jefe de Gobierno en aquella nación, y que Bismarck ejercía desde el 21 de marzo de 1871. De hecho, renunció al cargo debido a desentendimientos con el nuevo Kaiser (emperador) de Alemania, Guillermo II, quien lo forzó a renunciar para sustituirle por Leo von Caprivi, más afín a sus ideas.

Aunque fue asignado aún a otros cargos y reconocimientos militares hasta su muerte en 1898, esta renuncia significó el alejamiento de Bismarck de la vida política de Alemania. Sin embargo, no debemos olvidar que su relevancia en dicho país es enorme, pues se le suele considerar el unificador de la nación y el encargado de llevarla, tras su creación, a una posición de poder en Europa, por lo que su figura tambien es de carácter central en la historia europea de fines del siglo XIX.

Bismarck era abogado de formación y tomó relevancia en 1862 cuando fue nombrado Ministro Presidente del Reino de Prusia, el antecedente directo de la nación alemana, y desde cuya posición se encargó de crear un ejército con mirás a expandir los dominios prusianos y consumar la idea de unir los estados alemanes bajo su mando. Su don de mando, el poderoso ejército y sus labores diplomáticas le permitieron anexar a Prusia ducados de Dinamarca y de Austria para formar la Confederación Alemana del Norte y ser su primer canciiler en 1864.

Finalmente, tras derrotar a los franceses en 1871 y anexar la parte occidental de Alemania (Baviera), se proclamó el Segundo Imperio Alemán y, por supuesto, Bismarck fue nombrado Canciller Federal. Bajo tal cargo, mantuvo una autoridad centralizada para organizar y garantizar la prosperidad del recién creado imperio, mientras que en el plano internacional se garantizó no sólo el reconocimiento, sino la prevalencia de Alemania como una nación poderosa, a través de las alianzas pues pese a que la expansión de Prusia fue lo que consumó la unificación alemana, toda vez conseguida esta Bismarck no considero prudente alentar ambiciones imperiales para la nueva nación.

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