Desde las primeras décadas de vida del México independiente se proyectó fundar una institución que agrupara a los estudiosos de la historia, dado el interés que esta disciplina tenía en el contexto de construcción del país.
El 23 de marzo de 1835 el gobierno de la República decretó la fundación de la primera Academia de la Historia, integrada por distinguidos intelectuales; sin embargo, los vaivenes políticos impidieron que prosperara dicha iniciativa, hecho que derivó en nuevos intentos de creación.
La consolidación de la soberanía en 1867 permitió emprender los proyectos educativos que la inestabilidad y las amenazas externas habían obstaculizado. Así, en la década de 1870, en casi toda Hispanoamérica se había conquistado cierta estabilidad política que permitía emprender tareas que habían quedado inconclusas o que no se habían consolidado. Es por ello por lo que apareció un movimiento de la mayoría de los países hispanoamericanos para instituir academias de la lengua, correspondientes de la Real de Madrid, del cual resultaría la fundación de la Academia Mexicana de la Lengua en 1875.
Inspirados por este hecho, varios diplomáticos hispanoamericanos acreditados en Madrid iniciaron gestiones para crear las instituciones correspondientes de la Real Academia de la Historia de Madrid, pero no lograron consolidar su objetivo al no contar con el apoyo de aquella institución. En 1888 se volvió a replantear el asunto y esta vez pareció que la Real Academia se mostraba más receptiva, tanto así que se estudió y discutió el proyecto e incluso se redactó el reglamento por el que se regirían las academias afiliadas. De esta manera se establecieron las academias de Buenos Aires, Bogotá y Caracas, pero la fundación de la de México volvió a fracasar. Podría aventurarse que la tradición anti-hispanista de una corriente de la historiografía mexicana tuviera influencia en el fracaso.
Pero los estudiosos del pasado no repararon en intentos e iniciativas y así llegó el año de 1913, uno convulso pero que permitió un segundo intento de creación de una Academia de Historia. Empero, nuevamente los conflictos políticos impidieron la concreción de la propuesta. Entonces, en 1919, finalmente se logró la fundación, impulsada por destacados historiadores, todos ellos miembros correspondientes de la Real de Madrid. El acta de instalación se fechó el 12 de septiembre de 1919 y así comenzó la vida de la institución.
Como apuntaría don Manuel Romero de Terreros, uno de los miembros fundadores, la marcha de la Academia no dejó de tener sus tropiezos, retos que se fueron sorteando gracias a la colaboración de sus académicos. Desde luego estaba el problema de no tener sede, ni fuentes permanentes de financiamiento, obstáculos importantes para consolidar su tarea, la de contribuir al conocimiento y divulgación de los estudios históricos.
El problema de la sede se iba a solucionar, en 1952, gracias a la colaboración del académico fundador y director de la Academia, don Atanasio G. Saravia, quien era funcionario del Banco Nacional de México y logró que esa institución proporcionara el financiamiento para construir el actual edificio que ocupa la Academia. El Banco también donó la soberbia portada de un palacio colonial “que ornaba la antigua calle de Capuchinas”. El 9 de diciembre de 1953, en ceremonia solemne, la Academia inauguró el recinto de la Plaza Carlos Pacheco.
Conseguir medios permanentes para sobrevivir ha sido un reto permanente. En los primeros tiempos la Academia pudo vivir gracias a diversos “patronos y benefactores que le aportaron un modesto patrimonio”, utilizado para publicar las Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, que aparecieron con gran puntualidad desde 1942. Empero, los recursos eran insuficientes, fue entonces, gracias a la amistad del académico, y tesorero de la Academia, don Arturo Arnaiz Freg con don Jaime Torres Bodet que se consiguió el apoyo de la Secretaría de Educación Pública, institución que apoyó con cierta regularidad, a la institución hasta el año de 2014.
El manejo austero del ínfimo patrimonio con que contaba la Academia se utilizó con gran responsabilidad y durante la gestión de don Edmundo O’Gorman se llevó a cabo el gran proyecto de renovación de los interiores de su edificio, con lo cual la sala de juntas y el auditorio adquirieron una apariencia acorde con la dignidad de su ilustre fachada.
En la actualidad, la Academia reúne a destacados exponentes de la historia política, eclesiástica, social, institucional, económica y del arte, incluyendo los enfoques antropológico y arqueológico. Sus épocas estudio incluyen la historia prehispánica, colonial, del siglo XIX, de la Revolución y la contemporánea.
Academia Mexicana de la Historia. (s. f.). Recuperado 12 de septiembre de 2022, de https://www.acadmexhistoria.org.mx/history.php