Transcurría el año 1948, casi 3 años después del fin de la segunda guerra mundial y los países europeos que se vieron afectados por este gran conflicto aún no lograban reponerse de las pérdidas materiales y mucho menos del cambio de vida que asumieron con las miles de pérdidas humanas.
Alemania llegó a ser el país más inestable incluso en su política a raíz de su división administrativa por parte de Estados Unidos y la Unión Soviética; sin embargo, países como Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, Austria, Bélgica, Luxemburgo, Grecia, Dinamarca, Noruega enfrentaron también una grave crisis financiera, paralizando sus responsabilidades globales. Estos y más países que participaron directa o indirectamente en la guerra dejaron de poder producir lo suficiente para su propio consumo y mucho menos para la exportación, así que estuvieron obligados a depender de las importaciones en dólares mientras los precios estadounidenses subían.
Inglaterra, antigua potencia mundial y esperanza de ciertos territorios europeos de occidente por su economía, pasaba por su peor clima desde finales del siglo XIX paralizando la electricidad para la industria el 10 de febrero, restringiendo el suministro doméstico y reduciendo los servicios de transporte.
De el otro lado del Atlántico estaría Estados Unidos con 12 millones de soldados e infantes de marina que participaron en la guerra, pero sin afecciones en la infraestructura ni en la población civil directamente, la segunda guerra mundial llegó a ser el trampolín que lo impulsaría a ser la Gran Potencia.
La potencia norteamericana no sería la única con ansias de dominar la economía mundial, siendo la Unión Soviética su gran rival desde 1945. Se desata así la denominada Guerra Fría, guerra ideológica, cultural y estratégica en la que ambos países tratarían de hacerse de la aceptación de y dominación de los demás territorios importantes a nivel mundial.
En 1945 había llegado al poder el trigésimo tercer presidente, Harry S Truman, al que no le temblaría la mano al tomar decisiones contundentes para derrotar a los soviéticos y a minorías armadas o presiones exteriores que representaban una amenaza para el capitalismo de Estados Unidos.
Se crearía a manera de medidas primordiales, la Doctrina Truman, que tenía como objetivo evitar la propagación del comunismo, tanto en Europa como en el mundo, posicionarse Estados Unidos como potencia económica y militar y limitar el poder marítimo de la Unión Soviética para impedir que sus buques de guerra no pasaran más allá del mar Negro.
El triunfo a la “doctrina” fue otorgado gracias al Plan Marshall, programa que fue presentado en 1947 por el secretario de Estado George Marshall. Según el plan, Estados Unidos brindaría asistencia técnica y administrativa a los países europeos y $13 mil millones para reactivar sus economías. Inicialmente, esta ayuda incluía la entrega de alimentos, combustible y maquinaria, seguida de inversión industrial y préstamos a bajo interés. Los dos países que recibieron más subvenciones fueron el Reino Unido y Francia. Italia y Alemania, aunque enemigos de los Estados Unidos durante la guerra, también recibieron una ayuda sustancial.
Según la estrategia, se entendía que el Plan Marshall apoyaba la reconstrucción de los países de Europa Occidental al contener a la Unión Soviética. El plan funcionó bien: Gran Bretaña, Francia o la República Federal de Alemania reiniciaron e industrializaron sus economías en 1951. Además, después de la recuperación, estos países se unieron al bloque capitalista y la OTAN y se aliaron con los Estados Unidos durante la guerra Fría.
El Plan Marshall fue firmado el 3 de abril de 1948 por el presidente Harry S. Truman, y aprobado por el Congreso un día antes, siendo considerado como Ley de Cooperación Económica. Durante el Plan Marshall, de 1948 a 1952, la economía europea mejoraría significativamente. Sin embargo, existen diferentes explicaciones sobre si el Plan Marshall fue un desencadenante u otro factor que influyó en este desarrollo. Sin embargo, la realidad es que la producción industrial creció un 35% durante este período. En términos de agricultura, superaría los niveles anteriores a la guerra. Como resultado, la pobreza extrema y el hambre se redujeron significativamente y los niveles de vida en general mejoraron.
Primer huelga de la “Revolución de Febrero” en Petrogrado, Rusia
Al hablar de la Revolución Rusa, que acabó con el régimen zarista y permitió la formación del primer estado soclialista del mundo (la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, URSS), siempre se oye mencionar a la “Revolución de Octubre” y a las acciones de Vladimi Lennin a finales de 1917 como las que marcaron ese movimiento, sin embargo, este inició meses antes y hoy lo conmemoramos.
De hecho, la “Revolución de Octubre” debe ser considerada la segunda y final fase de la Revolución Rusa, pues esta empezó realmente con la “Revolución de Febrero” y tuvo su primera manifestación importante un día como hoy, 18 de febrero, en la ciudad de Petrogrado (así conocida entonces, hoy llamada San Petersburgo) que para entonces era, por decir lo menos, el centro financiero e industrial del Imperio ruso.
El descontento generalizado que se vivía en Rusia durante los albores del siglo pasado, se intensificó en 1916 gracias a la situación de hambre y pobreza que subsistia y que hacía insostenible al régimen zarista. Esto se agravó con la entrada de Rusia a la I Guerra Mundial, que implicó un esfuerzo económico y militar que desgastó a la población. Diversas manifestaciones aisladas se hicieron cada vez más recurrente y la negativa del gobierno a ceder o aplicar reformas para contrarrestar la situación, agravaron el descontento. Incluso a fines de 1916 había habido intentos desde la cúpula del poder para deponer a Nicolas II.
Todos ellos eran los ingredientes perfectos para un levantamiento obrero popular, y la ciudad de San Peterburgo era, digamoslo así, el campo de cultivo perfecto. Su gran industralización (era la principal ciudad productora de armamentos, así como de metalurgia y téxtiles, y su volumen de obreros en activo era el más grande toda Rusia), el descontento por las malas condiciones de trabajo y el conocimiento de que los obreros en Europa, por aquellos años, empezaban a gozar de los beneficios sindicales y laboraes que el zar se negaba a conceder, derivaron en manifestaciones políticas y huelgas.
El 18 de febrero de 1917 tuvo lugar la primera de ellas de gran relevancia, en la fábrica metalúrgica Putilov. En respuesta, los dueños de la fábrica prefirieron cerrarla y despedir a los obreros en huelga (casi treinta mil), lo que lejos de calmar las cosas, las complicó: los obreros alzados se contactaron con obreros de otras fábricas para empezar a diseñar un levantamiento político que no sólo atendiera las demandas de una fábrica, sino de todo el sector.
En consecuencia, el 23 de febrero, en ocasión del Día Internacional de la Mujer Trabajadora (fecha que siempre se conmemoraba con marchas y manifestaciones obreras), iniciaron las manifestaciones y levantamientos, que fueron subiendo de tono y relevancia y que a los pocos días terminarían logrando la abdicación de Nicolas II y la instalación de un Gobierno Provisional (establecido por los mismos políticos del régimen) que intentaría sin éxito solucionar el conflicto.
Así empezaba la Revolución Rusa y así se formaría, en Petrogrado, el primer Soviet (asamblea de obreros), que empezaría a orquestar los planes e ideas que se materializarán seís meses después, en la Revolución de Octubre.
Para saber más sobre este tema y su relevancia, consulta:
La crisis económica de México de 1994 fue una crisis iniciada en México que surgió por la falta de reservas internacionales, causando la devaluación del peso mexicano durante los primeros días de la presidencia de Ernesto Zedillo. A unas semanas del inicio del proceso de devaluación de la moneda mexicana, el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, solicitó al Congreso de su país la autorización de una línea de crédito por $20 mil millones de dólares americanos para el Gobierno mexicano, a efectos que le permitieran garantizar a sus acreedores el cumplimiento cabal de sus compromisos financieros.
En el contexto internacional, las consecuencias económicas de esta crisis se denominaron “Efecto Tequila”. En México, se le conoce como el “Error de Diciembre”, una frase acuñada por el expresidente mexicano Carlos Salinas de Gortari para atribuir la crisis a las presuntas malas decisiones de la administración entrante de Ernesto Zedillo Ponce de León y no a la política económica de su sexenio.
La crisis que sufrió México fue causada en gran medida por la opacidad del régimen del presidente Carlos Salinas de Gortari, generando desequilibrios insostenibles (grandes déficits fiscales, comerciales y de cuenta corriente), e incorrectamente financiados por una elevada cantidad de deuda en moneda nacional, y sobre todo a través de Tesobonos. Estos bonos eran deuda a corto plazo, que se compraban y vendían en pesos, pero se pagaban en dólares, protegiendo a los inversionistas contra los efectos de una posible devaluación.
Salinas fue un gran promotor, logrando que México firmase el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor el 1 de enero de 1994, con sus dos grandes vecinos en Norteamérica.
En esta época México parecía un buen lugar para invertir y fue justamente lo que aprovechó el presidente Carlos Salinas de Gortari para implementar sus planes, que incluyeron múltiples instancias de presunta corrupción.
Ernesto Zedillo Ponce de León tomó posesión el 1 de diciembre de 1994. Unos cuantos días después, tuvo una reunión con varios empresarios mexicanos y extranjeros, comentando sobre la devaluación que vendría, la cual solo planeaba subir la banda de la tasa de cambio fija un 15%, hasta los 4 pesos por dólar (de 3.4 pesos que se encontraba en promedio en ese año), así como terminar con muchas de las prácticas económicas no ortodoxas (como la compra de deuda ante la situación del país), y así detener la fuga de dólares de las reservas internacionales. Los críticos del gobierno de Zedillo argumentan que, aunque la devaluación era necesaria y económicamente coherente, se manejó incorrectamente en términos políticos: al haber anunciado sus planes de devaluación, muchos extranjeros retiraron sus inversiones, agravando los efectos de la devaluación.
Sin poder mantener la nueva banda de la tasa de cambio, a principios de 1995, la administración de Zedillo decidió establecer el sistema de libre flotación del peso, el cual llegaría a 7.20 pesos por dólar en tan solo una semana. Cuando el dólar dejó de ser controlado por el gobierno, el peso perdió la mitad de su valor, hecho que ocasionó que las deudas en dólares no pudieran ser pagadas. Las decisiones de Zedillo, principalmente la de anunciar la devaluación a los inversionistas y el establecer el sistema de libre flotación, fueron el “error de diciembre” de acuerdo con el expresidente Salinas de Gortari.
Estados Unidos intervino rápidamente comprando pesos del mercado para evitar una mayor devaluación del peso, sin embargo, esta medida no era suficiente. El presidente estadounidense Bill Clinton solicitó al congreso enviar un paquete de rescate. Sin embargo, diversos representantes del Congreso que se habían opuesto al TLCAN veían esta crisis como un resultado del tratado. El congreso votó en contra de la aprobación de fondos de rescate. No obstante, algunas personas dentro del Tesoro estadounidense encontraron una vía legal para enviar el rescate por medio del Fondo de Estabilización de Divisas, la cual no requería la aprobación del Congreso de los Estados Unidos. Así, se enviaron de los Estados Unidos $20 mil millones de dólares, a los cuales se les añadieron casi $30 mil millones más, de los cuales $17 mil millones del Fondo Monetario Internacional, $10 mil millones del Bank for International Settlement, $1000 millones del Banco de Canadá en forma de swaps de corto término y $1000 millones más provenientes de diversos países latinoamericanos (entre ellas Argentina y Brasil cuyas economías eran severamente afectadas por los efectos de la crisis mexicana). El dólar se estabilizó a un precio de 6 pesos, y por los siguientes dos años, antes de ser afectado por la Crisis financiera asiática de 1998, se mantuvo entre $7 y $7.7 pesos mexicanos.
Comprometido con cumplir las obligaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el gobierno mexicano no recurrió a las prácticas tradicionales de los países latinoamericanos en tiempos de crisis (como el control de capitales, que podría haber prolongado la crisis, tal como fue el caso con las crisis sudamericanas del 2001-2002), sino que introdujo controles estrictos en la política fiscal, continuó con su política de libre comercio y libre flotación.
El crecimiento acelerado de las exportaciones amortiguó la recesión, y en menos de 10 meses, la tasa de crecimiento mensual del PIB ya era positiva. Para 1996 la economía ya estaba creciendo, llegando a un máximo de casi 7% en 1999. Las altas tasas de interés (devaluación llegó al 100%) provocaron que muchas familias no pudieran pagar sus préstamos e hipotecas financiadas por sus ingresos regulares, perdiendo sus propiedades, mientras el gobierno federal realizaba un rescate financiero a Bancos Mexicanos conocido por FOBAPROA. Estas medidas de sinceramiento de la economía no fueron acompañadas por un proceso de revaluación de la deuda de los morosos, lo cual podría haber salvado de la ruina a miles de Pymes y personas.
El rescate financiero se sigue pagando actualmente, la pobreza no se reduce y los programas sociales se pueden ejecutar libremente gracias a un aviso legal que dicta “este programa es de apoyo social y no tiene ningún fin partidista” por el aparente incremento de los ingresos, producto de la política económica basada en el crédito de bajo monto que se ofrece a la población en general.
La crisis económica fue incubada debido al excesivo gasto social, la emisión de tesobonos y al control del tipo de cambio, así como las medidas populistas y mercantilistas diseñadas por la tecnocracia con intereses particulares, sin llegar a liberar las fuerzas del mercado y presenciar la libre competencia. Esta reforma parcial sumió al país en un crecimiento económico lento por varios años.
Este año 2020 ha sido convulso en el mundo. La pandemia de Covid-19 fuera de control en varios países, crisis económica, sanitaria y social. Uno de los detonantes de esto último fue el asesinato de una persona llamada George Floyd a manos de un policía norteamericano, desatando protestas multitudinarias que se han salido de control y han provocado diversos problemas en EEUU, siendo el principal de ellos que sigue la tensión entre personas de distintos orígenes en el vecino del norte.
Sin embargo, la multitud decidió en varias ciudades del mundo destruir algunos monumentos por sus pasados turbios o por medio de juicios de valor de dudoso rigor y de una fuerte tendencia anacrónica. ¿Pero por qué tumbar un monumento? Bueno, la respuesta a esto son diversas razones que quisiera comentar a grandes rasgos.
Según la RAE un monumento es:
1. m. Obra pública y patente, en memoria de alguien o de algo.
2. m. Construcción que posee valor artístico, arqueológico, histórico, etc.
3. m. Objeto o documento de gran valor para la historia, o para la averiguación de cualquier hecho.
4. m. Obra científica, artística o literaria, memorable por su mérito excepcional.
5. m. sepulcro (‖ obra para dar sepultura a un cadáver).
6. m. Rel. En una iglesia católica, altar muy adornado en el que se coloca el arca eucarística el día de Jueves Santo.
7. m. coloq. Persona bien proporcionada físicamente y de belleza llamativa.
monumento nacional
1. m. Obra o edificio que por su importancia histórica o artística toma bajo su protección el Estado.
monumento natural
1. m. Espacio natural constituido por formaciones geológicas, yacimientos paleontológicos y otros elementos dela gea, que, por su singularidad, importancia o belleza, es objeto de protección legal para garantizar suconservación.
Dicho eso, en EEUU hay o hubo varios de estos que son controversiales, por ser de personajes del Bando Confederado de la Guerra de Secesión de dicho país. El lado sureño decidió establecer algunos de estos para recordar su Causa Perdida (Lost Cause en inglés), que es una forma de negar que la separación de los estados esclavistas fue para preservar dicha institución. Y también se han erigido grandes obras para honrar a generales de dicho conflicto, aunque hayan sido derrotados. ¿Es esto apropiado o correcto para entender el pasado? No realmente.
Si bien yo estoy consciente que la historia es un relato en constante construcción, tampoco estoy para apoyar visiones supremacistas de un tipo de persona sobre otra. Dicho eso, los monumentos confederados son para recordarles a la población afrodescendiente que son inferiores a los caucásicos y eso, me parece reprobable. Con el establecimiento de las leyes Jim Carrow, esta situación de dominio se mantuvo de facto y de jure. Sin embargo, creo que merece la pena establecer una pregunta: ¿se vale quitar todos los monumentos? Habría que analizar sus intenciones y su mensaje. Pongamos de ejemplo la estatua de Robert E. Lee en Richmond, Virginia.
Robert E. Lee, vandalizado.
Sin duda el General Lee fue un excelente militar, que defendió una causa que hoy en día no podemos justificar, pero en su mente, era lo correcto. Puso sus servicios a su Estado natal de Virginia antes que a su país-cosa que lo conflictuó- y encabezó los ejércitos de la Confederación, pero esto trajo consigo defender la esclavitud -situación con la que puede o no haber estado de acuerdo- Sin embargo, después se volvió el presidente de la Universidad de Washington que luego se volvió Washington & Lee en Virginia, donde según las crónicas y la propia universidad, estableció pautas que llevaron a que se volviera una universidad de excelencia. Pero queda el problema de la esclavitud, ¿cierto? Y bueno, como pueden apreciar en la imagen, está la bandera confederada, que se considera un símbolo de racismo. ¿Pero no acaso podemos apreciar al hombre sin ese foco de odio o de excesivas alabanzas? Era un ser humano y, como tal tuvo aciertos y errores.
Cuerpo de Robert E. Lee en la Universidad
Al final de la Guerra Civil no tenía ciudadanía estadounidense y ésta se perdió durante muchos años, hasta el año de 1970 cuando fue encontrada en los archivos gubernamentales. Aparentemente fue perdida adrede desde 1865. Para 1975, el presidente Gerald Ford extendió el perdón y la ciudadanía restaurada de manera póstume al personaje sureño. ¿Esto no permite que haya un perdón generalizado a sus actos? ¿Hasta qué punto se le debe seguir juzgando?
Este mismo razonamiento podemos aplicar a Winston Churchill. Durante un tiempo se ha puesto de moda juzgarlo de genocida y me parece que es una percepción errónea. En 1943 se desató una hambruna en Bengala en medio de la Segunda Guerra Mundial. Sin duda alguna, las políticas de guerra de Churchill agravaron el asunto, porque o eran completamente ignorantes del asunto-que es una línea historiográfica que me parece dudosa- o mataron deliberadamente de hambre a la población su visión colonialista -que me parece un tanto victimista-; o, no aliviaron la hambruna porque privilegiaron el esfuerzo bélico.
Churchill
Según las fuentes, se realizó una política de tierra rasada y se decomisaron grandes cantidades de comida, debido a la amenaza japonesa sobre la colonia india. El resultado fue la muerte de hambre de más de 3 millones de personas que se pudo -o no- haber evitado. La prioridad del gobierno británico fue el esfuerzo de guerra que requería grandes cantidades de alimentos y recursos, lo cual no excusa su incompetencia. ¿Esto hace a Churchill un genocida? No realmente, porque no se hizo para castigar a una zona, como lo hizo Stalin con los ucranianos. De lo que sí se le podría catalogar es ser un irresponsable a la hora de administrar el imperio, sin duda alguna. Porque no solo velaba por los ingleses, sino todos los súbditos del rey. Pero no me corresponde juzgarlo con mi visión actual, sino señalar sus falencias. ¿Esto hace que deba derrumbar su estatua? La respuesta a esta cuestión es sencilla:
NO
Porque el hombre representa un momento importante para Inglaterra y el mundo Occidental: en una crisis sin precedentes y desesperanza generalizada, mantuvo firme a sus gobernados. Obvio, fue un ser humano con todos los defectos del mundo, pero en el momento de la verdad, se convirtió en el símbolo de la lucha inglesa y contuvo a una maquinaria de guerra que parecía en esos momentos imparable. Si seguimos juzgando a todos los personajes con nuestros criterios actuales, al final nos quedaremos con quien se acomode a nuestro gusto. Y ojo, si bien el señor era un hombre que creía en la supremacía caucásica protestante, también es cierto que no estableció exterminios masivos basándose en esto. Según la International Churchill Society sí se expresó de manera brutal acerca de los indios, pero sus principales biógrafos establecen que era un tipo de un pésimo humor y carácter, pero que se arrepentía de lo que decía y actuaba de manera contraria. ¿Ven por qué debemos entender que los personajes históricos son humanos?
Churchill viéndote llorar por decirle racista
Por último en este aspecto, hay que recordar algo de la historia: no es una búsqueda de LA VERDAD, sino una constante interpretación de fuentes. Para personas de la India -que siguen queriendo vivir con un complejo de la colonia tal vez un poco más justificado que el de los victimistas latinoamericanos- Churchill es un monstruo... Para otras personas en el mundo, es un héroe. Para mí: es un personaje interesante y complejo que merece su estatua porque hizo algo correcto en el momento más oportuno del mundo. A diferencia de Robert E. Lee que puede no merecer una estatua, Churchill terminó defendiendo algo que muchos juran defender y solo atropellan: libertad, democracia y un ataque frontal al fascismo.
Y si bien las expresiones de Churchill son infortunadas, ha habido personajes que admiran algunos como Marx o Guevara que tuvieron análisis o comentarios tan o más reprobables que las de Winston, pero de ellos no se cuestiona siquiera poner o quitar una estatua. Por ello los invito a reflexionar acerca de lo que queremos hacer como sociedad respecto a las estatuas y monumentos. ¿Debemos quitarlas porque no nos agradan los personajes o solo porque nos creemos con la estatura moral de ser mejores que personas que veían la realidad de otra forma?
Marx y su legado
-Hal Jordan.
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Cae la noche en el castillo Belga de Bouchout, por sus pasillos se pasea una mujer ya muy entrada en años, camina como apurada, como asustada, sin rumbo fijo ni motivo aparente. De pronto se detiene frente a uno de los muchos cuadros colgados en la pared. Por un momento su persona cambia, sus ojos desorbitados se centran fijamente en la imagen. Brevemente, un rayo de cordura inunda su cerebro. Frente a ella, imponente, se encuentra el retrato de Maximiliano de Habsburgo.
El Inicio
“Carlota de niña”
“Carlota de Niña” se titula el primer retrato realizado a la pequeña soberana.
María Carlota Amalia Victoria Clementina Leopoldina para ser más específicos, sería el nombre dado por sus padres; Leopoldo I de Bélgica y María Luisa de Orléans a la nueva princesa.
La condesa Reinach-Faussemagne la describiría como “una preciosa niña de apariencia despierta, de mirada asombrada e ingenua, la boca más pequeña que los ojos y de un dibujo muy puro”.
De niña la princesa Carlota recibió un trato especial. Al ser la consentida de su padre fue educada de la misma manera que sus hermanos príncipes por lo que la princesa era una hábil conocedora de política, geografía, arte y el dominio de los idiomas, logrando hablar el francés, italiano, alemán, inglés y español.
Se podría decir que tuvo una infancia dorada de no ser por un hecho en específico, la muerte de su madre que ocurrió a sus escasos 10 años. La princesa no tuvo tiempo para llorar su perdida, su actitud cambio de una alegre y vivaz niña a una mujer reservada y con un amplio sentido de responsabilidad, la muerte de su madre sería seguramente el primer golpe que afectaría el Psique de la emperatriz años más tarde.
De está forma la joven Carlota se refugio en los libros y la religión, pasando los años leyendo y educándose, hasta que un hecho, o más bien una persona cambiaría su vida.
El príncipe Azul
A sus 16 años Carlota se había convertido en lo que muchos llamarían una “joven mujer”. Contrario a las costumbres de la época su padre Leopoldo no la obligó casarse, hecho que derivó en el rechazo de dos pretendientes: el rey Pedro V de Portugal y el príncipe Jorge de Sajonia. Parecía que no había en Europa un hombre digno del amor de Carlota hasta la llegada de un joven Austriaco a la corte Belga. Era el Archiduque Maximiliano de Habsburgo, el joven hermano del Emperador Francisco José de Austria-Hungría, miembro de la poderosa familia de Habsburgo. El enamoramiento fue inmediato y los jóvenes soberanos contrajeron nupcias.
La aventura comienza.
Tras casarse la joven pareja tuvo varios cargos administrativos, siendo el de gobernadores de Lombardía y Venecia el cargo más significativo, no obstante, el dúo estaba inconforme con tener un cargo “menor” acentuándose esto tras la crisis Italiana de 1859, hecho que despojo a Austria de los territorios italianos y por consiguiente dejo a Maximiliano sin gobierno.
El matrimonio decidió retirarse a su famoso palacio de Miramar, lugar donde pasaron un corto periodo de paz, entre otras cosas, hasta la llegada de un curioso comité extranjero. Los “notables” como se hacían llamar, era una comisión de personajes mexicanos en contra del gobierno de Juárez, este comité buscaba solucionar la inestabilidad mexicana con la llegada de una nueva monarquía, el cargo fue ofrecido a Carlota y Maximiliano.
Los futuros emperadores quedaron asombrados desde un inicio, la idea de gobernar un país lejano, exótico y misterioso simplemente les maravillo. El Archiduque dio el primer paso. Carlota pronto acepto también el cargo. La suerte estaba echada, la aventura comenzaba.
La llegada al nuevo imperio.
Llegada a Veracruz
El 28 de mayo de 1864 los ahora emperadores tocaban tierra en el puerto de Veracruz, el recibimiento ciertamente no fue como esperaban.
Al ser la ciudad de Veracruz una ciudad típicamente liberal y al no haberse difundido entre la población la llegada de los nuevos emperadores la bienvenida fue realmente fría.
Tanto, que según se cuenta provocó en Carlota una profunda tristeza por la cuál derramo lágrimas de frustración y pena, sin embargo, el escenario cambiaría en otras ciudades dónde las recepciones fueron muy jubilosas y de gran algarabía, como podemos ver en Puebla ( en donde los emperadores fueron recibidos con el repique de las campanas y fuegos artificiales) y en la Ciudad de México. Además de esto comités de distintas partes de la nación (principalmente Indígenas) acudieron a los emperadores para solicitar audiencia y mostrar afecto y apoyo, el escenario como relata Carlota, cambio totalmente su perspectiva.
Los jóvenes Emperadores se dedicaron a explorar el territorio de su nueva nación. “un poblado interesante por sus monumentos, la pirámide antigua que ahí se encuentra es digna de ser vista … arriba del teocalli donde se llevaban a cabo los sacrificios humanos hay una capilla de la Virgen de los Remedios.” Escribiría Carlota sobre su visita a Cholula, lugar donde fueron recibidos con fiestas y coronas de flores por parte de la población indígena.
De hecho, se puede decir que fue especialmente este sector de la población quien mejor acepto a los Emperadores, en otras comunidades indígenas, como en la ciudad de San Juan del Río las autoridades y población demostraban un profundo cariño especialmente a la emperatriz, en 1864 las autoridades de San Juan del Río propusieron nombrar a la emperatriz Carlota como patrona y protectora de la ciudad.
Una parte de los honores rendidos a la emperatriz dictan:
“Señora, la ciudad de San Juan del Río nos ha dispensado el honor singular
de enviarnos ante la augusta presencia de V.M.I para ofrecerle este humilde obsequio y juntamente los sentimientos que abundan los corazones que os lo dedican”
A pesar de los pomposos honores la emperatriz rechazo el ofrecimiento, ya que en sus propias palabras “no se hacía merecedora de tantos honores por parte de la ciudad; acababa de llegar a suelo mexicano y no habría hecho nada para merecerlo”.
Carlota se esforzó ávidamente por encajar con las costumbres mexicanas, prueba de ello es el uso extendido que le dio al rebosó, prenda de uso común entre la población indígena, que ella adapto a su vestimenta.
Otro hecho remarcable es el de escribir México con X, a la usanza nacional, en vez de escribir “Méjico” como en Europa se acostumbraba, logrando así una mayor identificación con su pueblo.
El fin de un cuento.
A pesar de los esfuerzos realistas el Imperio mexicano parecía cada vez mas pérdido, el comité de conservadores, mismo que los había apoyado, retiró toda su ayuda al ver las medidas progresistas de Maximiliano.
Por otra parte las fuerzas republicanas cada vez amenazaban más la existencia del imperio, este riesgo solo incremento cuando ante el costoso precio que significaba para Napoleón mantener el ejército Imperial y la amenaza de una guerra con Alemania el ejército francés se retiró de México.
Fusilamiento de Maximiliano
Las condiciones eran malas y Carlota lo sabía, no obstante, obligó a su esposo a no abandonar el cargo “pues desertar es para viejos e ineptos y no para un joven Emperador” diría la emperatriz. Carlota emprendió entonces un viaje a Europa para intentar que Napoleón lll devolviera el apoyo, sin éxito, la emperatriz empezó a tener problemas de locura, apenas era una señal de lo que vendría.
Larga vida a la emperatriz
Sin resultados ante el emperador Napoleón lll Carlota decidió visitar al Papa Pío lX, sin saber que en ese momento su esposo ya había sido capturado y condenado a muerte.
La visita ante el Papa fue catastrófica, en la reunión Carlota sufrió un ataque de nervios, negándose a comer alimento por miedo a ser envenenada y manteniéndose cerca del Papa pues solo así se sentía segura.
Su situación empeoró aún más, a tal punto que sus familiares tuvieron que llevársela. Para estos momentos Carlota ya no tenía razonamiento alguno.
Tras algunas semanas su situación física mejoro, pero mentalmente seguía igual. Los doctores le diagnosticaron locura, saber de la muerte de Maximiliano no ayudo.
Tras varios años la emperatriz sin reino fue internada en el palacio de Bouchout, en Bélgica, lugar donde pasaría sus últimos días hablando con fantasmas del pasado, escribiendo cartas a Napoleón lll y realizando fiestas con invitados inexistentes.
Fue el 19 de enero de 1927, a sus 87 años de edad cuando Carlota Amalia suspiró su último aliento, en su lecho de muerte. Tal vez con un pequeño momento de cordura, dedico sus palabras finales al amor de su vida.
“Recordadle al universo al hermoso extranjero de cabellos rubios. Dios quiera que se nos recuerde con tristeza pero sin odio”.
La vida de Carlota hace mucho que se fue pero sus actos siempre serán recordados por aquellos que vieron en ella algo más que una emperatriz extranjera.
– Zarco
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Si a alguno de nosotros nos mencionan a Holanda seguramente asociaremos el país con la hermosa flor conocida como Tulipán, sin embargo, si eres historiador, o más aún, economista, esta asociación puede estar acompañada de tintes funestos, ¿Pero qué lúgubre relación puede tener una bella flor con un país estable como Holanda? Acompáñennos para descubrirlo.
El paciente cero
La palabra Tulipán deriva del turco tülbent, lugar de donde proviene dicha flor. Algunos historiadores piensan que la planta fue exportada desde Constantinopla en el siglo XVI, llegando primeramente a Austria, donde empezaría a ganar popularidad hasta Europa del norte, lugar donde generaría un boom total debido a su naturaleza exótica y hermosa.
Sin embargo, la flor ganaría especial notoriedad en Holanda, entre otras cosas debido a un interesante factor, el suelo de la región provocaba que las flores adquirieran colores únicos. Los tulipanes rápidamente se volvieron sinónimo de riqueza, moda y extravagancia. El bulbo de tulipán se volvió el objeto más deseado por la clase rica, llegando al punto en que el precio dispuesto a pagar era simplemente desorbitante.
Pero si buscamos conocer con más exactitud la manera en la que llego a afectar la tulipomanía a la sociedad podemos consultar los registros que Charles Mackay dedica al respecto.
En la década de 1620 el precio del tulipán empezó a crecer sin medida, si bien en un primer momento los horticultores holandeses intentaron controlar el proceso mediante el cual las plantas adquirían su aspecto multicolor, las medidas terminaron siendo inútiles, provocando que las flores se volvieran aún más cotizadas por su aleatoriedad.
Entonces, y de misma manera que con un virus o bacteria, el efecto contagio entró en papel. Pronto los ricos burgueses empezaron a adornar su jardín con hermosas flores de tulipán. La avaricia de la clase adinerada no se hizo esperar, las personas gastaban cuantiosas sumas de dinero buscando que su jardín estuviera decorado con mejores tulipanes que los de sus vecinos.
Como siempre, la clase media no se hizo esperar y, emulando la actitud de sus vecinos más ricos empezaron a invertir dinero en bulbos de tulipanes, las flores dejaron de ser un motivo de estética, ahora eran cuestión de clase.
En el pico de la epidemia
Durante 1623 la enfermedad de los tulipanes era visible por todos lados, debemos recordar que para la época, países Bajos era una potencia mundial, pues era el país más rico en el momento, por lo que siempre estaba al frente de las innovaciones económicas. Durante la crisis de los tulipanes esto se hizo más que visible.
Las tabernas se volvieron un lugar donde vendedores y compradores se reunían para hacer negocios diariamente, las subastas de bulbos se volvían eventos concurridos dónde circulaban miles de florines. Otra de las innovaciones del mercado fue la creación de catálogos, con dibujos hechos a mano, de los tulipanes en venta, con lo cual las plantas entraron a la bolsa de valores, de esta forma todas las clases sociales se vieron envueltas en la fiebre de los tulipanes.
Rápidamente la fama de la riqueza generada por los tulipanes empezó a tomar vuelo, miembros de toda la sociedad deseaban tener una parte del pastel, por lo que la gente empezó a invertir todo lo que tenía con tal de poder comprar estos bulbos de tulipanes.
La situación llegó a tal punto que bulbos de tulipanes eran cambiados por lujosas mansiones, o mantenían valores altísimos, como el de un bulbo por 1000 florines; (para hacernos una idea el ingreso anual de un holandés promedio era de 150 florines) a efectos de comparación una tonelada de mantequilla costaba 100 florines, y ocho cerdos 240 florines.
El precio de venta más alto lo alcanzó un tulipán tipo Semper Augustus, vendido por la módica cantidad de 6000 florines. Las ganancias pronto alcanzaron la suma del 500%.
semper Augustus
Sin embargo, parecía que la fiebre apenas comenzaba. Debido a la naturaleza de los tulipanes, que solo crecían en cierta época del año, muchos vendedores empezaron a estar inconformes con el ritmo de ventas, por lo que crearon un nuevo tipo de negocio, llamado windhandel o negocio del aire, con esto nacía el primer mercado especulativo de la historia.
Los contratos y pagarés rápidamente empezaron a reemplazar a los bulbos físicos. Los llamados floristas vendían cosechas de tulipanes que aún no se cultivaban, así mismo, se vendían tulipanes aun inexistentes basando su precio enteramente en la especulación de su valor. Con esto el primer mercado de futuros en la historia moderna tomaba lugar.
Punto de quiebre
Para 1637 el negocio de los tulipanes estaba en la cima, muchas personas tenían invertido todos sus ahorros en contratos de bulbos, muchas otras habían abandonado su antigua profesión con tal de sumarse a la nueva ola especulativa del mercado, los precios parecían no parar de subir y todo mundo estaba contento con la nueva manera de generar riqueza…O al menos eso pensaban.
El 5 de febrero de 1637 un lote de tulipanes se vendió por 90 000 florines, esa sería la gran última venta.
Al día siguiente un florista puso en venta un lote de medio kilo por 1300 florines, sin embargo, el lote no se vendía, extrañado, el florista rebajó el costo a la mitad, la situación no mejoró, los vendedores, alarmados, se dieron cuenta de lo que pasaba, ya no había compradores en el Mercado.
La burbuja estalló rápidamente, los precios empezaron a caer en picada, los propietarios de los tulipanes buscaban vender su mercancía a cualquier costo, pero era inútil, todo el mundo vendía y nadie compraba.
Lo que siguió fue una crisis económica sin precedentes; Charles Mackay, en su libró “Memoir of Extraordinary Popular Delusions and the Madness of crowds” menciona:
Fue tan grande la obsesión, que la industria normal del país fue negada. […] Todos pensaron que la pasión por los tulipanes duraría para siempre y que los recursos del mundo serían enviados a Holanda para pagar los precios que fueran solicitados por los tulipanes. […] lo que subió fueron los precios de los artículos en Holanda. […] finalmente, los más sensatos se dieron cuenta de que esta locura no podía durar para siempre. […] el comercio del país sufrió un terrible golpe, del cual tomó muchos años para recuperarse.
El estallido de la burbuja tuvo consecuencias terribles, miles de personas que habían dejado sus profesiones, hipotecado sus casas, e invertido todos sus bienes inmediatamente se vieron hundidos en crisis financiera, la bancarrota sacudió a todas las clases por igual.
Muchas personas acudieron a la corte para demandar que su deuda fuera cancelada y su dinero repuesto, sin embargó, al ser la primera vez que pasaba un evento así, el marco jurídico para ampararse era simplemente inexistente.
Al final el gobierno decidió decretar que todas las deudas serían canceladas y solo se tenía que pagar el 10% de su valor original.
La tulipomanía se la había cobrado caro a los neerlandeses, años tardaron en reconstruir su dañada economía, el precio fue caro pero la lección se aprendió… Sin embargo, la fiebre de los tulipanes todavía no estaba erradicada.
Pandemia, la tulipomanía llega a México
Tal vez Holanda aprendió (a las malas) los efectos que el mercado especulativo podía causar a la economía, sin embargó otra coincidencia de la fiebre tulipán con los virus, es que siempre muta.
México, año 1995, el peso mexicano sufría una de las devaluaciones más fuertes en su historia, los efectos económicos también fueron notables, tras la devaluación se dio un constante proceso de apreciación del tipo de cambio, lo que provocó que para el año 1998 la moneda mexicana tuviera un nivel de sobrevaluación al observado en 1994.
Para el año 2000 la sobrevaluación era aún mayor, 21% superior a la observada en noviembre de 1994, esto sin duda alguna provoca un efecto burbuja que nos recuerda a la enfermedad holandesa.
Contrario a lo esperado, la apertura comercial que México sufrió en esas décadas no estimularon el crecimiento económico, ni el tratado de libre comercio (TLCAN) ni las reformas económicas lograron disminuir el índice de enfermedad holandesa en México. Según investigadores, el problema proviene desde antes de la apertura económica.
Carlos Salinas de Gortari menciona:
En realidad la enfermedad holandesa en México proviene de la dependencia excesiva de los ingresos petroleros y las remesas de divisas de trabajadores en el extranjero, dentro del marco de un peso sobrevaluado que desalienta las exportaciones mexicanas no sólo a Estados Unidos sino también al resto de los mercados (como el de América Latina, donde antes teníamos superávit y ahora registramos déficit). Esto pone en situación de desventaja a los productores rurales mexicanos ante las importaciones de productos agropecuarios.
Para entender lo que pasa es importante recalcar que actualmente, una de las principales características de la tulipomanía residen en el retroceso prematuro de los sectores comerciales, esto a causa de la apreciación de la tasa real de cambio.
En resumen, el problema por el cual el petróleo termina resultando dañino para la economía nacional es por la sobrevaluación de la moneda. La sobrevaluación abate el comercio interno al favorecer las exportaciones e importaciones, apoyando el aumento acelerado de consumo. En síntesis, disminuye la generación de empleos.
En “El mal holandés en México” David Ibarra afirma:
Las ventas de crudo no sólo exceden el servicio de la deuda inter nacional [de 16 mil millones en 2004), sino que representan la via de escape a la reforma fiscal. En efecto, el gobierno federal recibió [2004] de Pemex más de 30% (5.2% del PIB) de sus ingresos corrientes, es decir, más que toda la recaudación de los impuestos directos de empresas y personas del país (4.5% del producto) o la de los tributos indirectos (5.0% del producto). Así, México se ha convertido en cadena transmisora de la demanda del mercado norteamericano, sin retener beneficios en provecho de sus trabajadores y productores. Como resultado de la combinación de las políticas neoliberales pasivas y la afluencia extraordinaria de recursos externos, la producción interna se estanca, como también el aporte de la industria al empleo y al crecimiento.
Sin duda alguna los efectos de la fiebre naranja son más que visibles, y aún más visible es que el mal holandés no solo afecta a los tulipanes, si no a cualquier nación, producto o mercado que no tenga suficiente cuidado para evitarla.
Algunos dicen que la historia nos ayuda a aprender de los errores cometidos para evitar volver a cometerlos, está más que probado que esto no siempre es así. La pregunta aquí es si algún día lograremos erradicar la tulipomanía, o en efecto, será una enfermedad crónica que nunca abandonara nuestra economía.
La respuesta quedará en manos de la historia.
Que por cierto, si alguno tiene ganas, le cambió su casa por un tulipán.
– Zarco
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