Batalla de Atlanta: Victoria de la Unión, a cargo del general William Sherman
En el marco de la Guerra de Secesión o Guerra Civil Estadounidense, hoy recordamos una de sus batallas más relevantes, que tuvo lugar en Atlanta y que fue de las más importantes en el campo occidental de la guerra y, con el triunfo de los Estados de la Unión, ayudó a acelerar el proceso que le daría la victoria sobre los Estados Confederados.
De hecho, la Batalla de Atlanta forma parte de la Campaña de Atlanta, que abarco desde el 7 de mayo hasta el 2 de septiembre de 1864 y que enfrento en ese periodo de tiempo a cerca de 100 mil soldados de la Unión contra poco más de 65 mil confederados y que se estima resultó con alrededor de 35 mil bajas por cada bando.
Indudablemente el punto cumbre de esta campaña fue la Batalla de Atlanta, capital del Estado Confederado de Georgia, que tuvo lugar el 22 de julio de 1864 y en el que las tropas de la Unión comandadas por el general William Sherman derrotaron a la defensa confederada a mando del general John Bell Hood, allanando el camino para la derrota de Georgia y con ello sumar un importante bastión para la victoria de los Estados de la Unión, que se consumaría el año siguiente.
Como parte de la campaña y de la batalla de Atlanta, la ciudad fue atacada sin piedad y una gran parte de ella fue destruida e incendiada. De hecho, de la ciudad original sólo se conserva una calle, el resto debió ser reconstruido paulatinamente tras el fin de la guerra.
Firma del Tratado de Lima, que concluye el conflicto diplomático entre Chile y Perú
El 3 de junio de 1929, en la ciudad de Lima en Perú, se firmó el Tratado de Lima, también llamado Tratado Rama y Gamio – Figueroa Larraín (por los funcionarios firmantes) o simplemente Tratado de 1929, y que puso fin de manera diplomática a un conflicto fronterizo entre Chile y Perú en torno a la soberanía de dos regiones: Tacna, que se reincorporó a Perú; y Arica, que pasó a manos de Chile.
El conflicto se remonta a 1883, cuando el Tratado de Ancón determinó que ambas regiones quedarían bajo posesión de Chile por 10 años y después su soberanía se determinaría por un plebiscito que, sin embargo, nunca se realizó y permitió la escala del conflicto, que se recrudeció ya que ambas ciudades estaban en una zona de influencia mayormente peruana aunque la administración estaba en manos chilenas. De hecho, la llamada Cuestión de Tacna y Arica se desató cuando el gobierno peruano exigió la realización del plebiscito, con la intención de que ambas ciudades pasaran a la administración peruana.
Originalmente, Perú planteó la realización del plebiscito y en caso de que las ciudades pasaran bajo su control, ofrecería ventajas aduaneras a Chile, sin embargo, dichas propuestas no fructificaron, el plebiscito no se efectuó y Chile empezó campañas de “chilenización” de la región para forzar un resultado distinto si se efectuaba el plebiscito.
Tras varios dimes y diretes e incluso un conflicto diplomático que involucró a los países vecinos y el arbitrio de los Estados Unidos cuando el conflicto alcanzó su punto más álgido en 1925, se decidió aprovechar que Tacna tenía mayor influencia o preferencia peruana y Arica mayor influencia chilena para quedarse Perú con Tacna y Chile con Arica, así como acordar la cantidad de territorio anexo que cada país obtendría tras el acuerdo.
Así, el 3 de junio Pedro José Rada y Gamio representando a Perú y Emiliano Figueroa Larraín representando a Chile firmaron el Tratado de Lima, y el 28 de agosto de 1929 se consumó la reincorporación de Tacna a Perú, lo que formalmente terminó con el conflicto.
Si quieres leer el contenido de este Pacto, puedes consultarlo en línea, aquí:
Fallecimiento tras horas en coma de Abraham Lincoln
El 15 de abril de 1865, después de poco más de 9 horas en estado de coma y pese a los esfuerzos de sus médicos por salvarle la vida, falleció Abraham Lincoln, a consecuencia del disparo en la cabeza que sufrió en un atentado el día anterior.
Lincoln era a la razón el decimosexto presidente de los Estados Unidos de América. Ocupaba el cargo desde el 4 de marzo de 1861, cuando ganó las elecciones por el Partido Republicano. De hecho, fue el segundo presidente que sufrió un atentado contra su vida (antes, en 1835, Andrew Jackson había sufrido uno) pero el primero que perdió la vida a raíz del mismo.
Abogado de profesión, Lincoln es quizá uno de los presidentes más famosos de la nación estadounidense, sobre todo por su papel durante el conflicto más delicado de su historia, la guerra civil conocida como Guerra de Secesión. De hecho, fue unas horas antes de su atentado que el ejército Confederado se rindió ante el ejército de la Unión, en lo que se considera la conclusión de la guerra en favor del bando de Lincoln.
Dicha victoria, entre otras cosas, permitió el fortalecimiento de la unión federal y la abolición de la esclavitud. Además, Lincoln es conocido por modernizar el país y fortalecer su economía a través de la expansión de los ferrocarriles y de la industria bancaria. Su gestión había sido exitosa y respaldada, al grado tal que ya había sido reelecto para un segundo periodo, lo que se vio frustrado por su asesinato en 1865.
El atentado fue perpetrado por John Wilkes Booth, miembro de una conspiración que simpatizaba con el ejército Confederado y que también buscaba asesinar al vicepresidente Andrew Johnson y con ello genera un caso político que favoreciera la causa. Sin embargo, el atentado contra Johnson se frustró y la conspiración no tuvo el impacto deseado y todos los partícipes (ocho en total) fueron condenados a la horca.
Booth tuvo éxito en asesinar al presidente Lincoln, al atacarle en el Teatro Ford en Washington, DC, al que el presidente había asistido con su esposa Mary Todd Lincoln, para presenciar la obra Our American Cousin. El conspirador le disparó por la espalda a Lincoln y huyo; el presidente fue asistido y trasladado, entrando en coma durante este proceso para finalmente morir horas después.
Para leer más sobre este hecho, te recomendamos visitar:
En México, así como en otros países, el informe de gobierno (entregado por el Presidente de la República a el Congreso) es una tradición que, si bien ha presentado cambios, suele tener cierta relevancia e incluso en ciertos momentos ha sido declarado día de asueto. Sin embargo, aunque esta tradición pueda parecer impuesta por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que prácticamente redefinió el régimen presidencialista, lo cierto es que esta costumbre política se remonta al siglo XIX.
De hecho, hoy conmemoramos uno de los informes de gobierno más interesantes, el que tuvo lugar el 1ero. de abril de 1911 por parte del General Porfirio Díaz y que sería, sin que el lo supiera -aunque muy por seguro lo sospechaba-, el último de su largo periodo de gobierno ante la eventual victoria de la insurrección antirreeleccionista que llevaría a Francisco I. Madero a la presidencia luego de la denuncia de Díaz en mayo.
Sin embargo, pese a estar a un mes de su caída, el Presidente de México no evitó cumplir con la obligación de dar el informe ni busco dar un informe discreto o rápido, sino que cumplió con toda la pompa que la ocasión amerita y presentó un informe, en palabras de la prensa de aquel entonces: imponente. Tuvo lugar, por cierto, en el acta edificio de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México en Donceles, en el Centro Histórico.
Como era de esperarse, el informe dio cuenta del movimiento de madero y de la revuelta liberal magonista de Baja California pero, por supuesto, se encargó de señalar que ambos movimientos era la manifestación de actores políticos que no habían sabido reconocer el triunfo de la democracia en las elecciones de 1910 que y habían recurrido al camino de las armas en su búsqueda por el poder. Sin embargo, si intentó que su discurso calmara las aguas, reiterando para ello su intención de lograr mayor apertura política en el país y señalando la renovación total de su gabinete.
Sin embargo, como bien sabemos, estas acciones y este discurso fueron insuficientes, dado que el maderismo se había expandido y estaba sólo a días de tomar Ciudad Juárez y conseguir con eso que el régimen de Díaz negociara la rendición. Así, el siguiente informe de gobierno sería presentado por Madero, como nuevo Presidente e México.
Para leer este informe de gobierno y algunos documentos relacionados, visita.
Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Instituto de Investigaciones Parlamentarias. México. 1 de abril de 1911. [Consultado el 1 de abril de 2018. Disponible en: https://bit.ly/2uFi8bf
El dictador de Cuba, Raúl Castro, anuncia que no buscará la reelección… en 2018
Hoy recordamos un hecho reciente, ocurrido hace 9 años en Cuba, cuando el 25 de febrero de 2013 Raúl Modesto Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, anunció oficialmente que no buscaría la reelección a su cargo en 2018, cuando se efectuaran nuevas elecciones para renovar la presidencia.
De hecho, la fecha que conmemoramos es justamente el momento en que Castro obtenía su primera reelección para el cargo. Cabe recordar que sucedió a su hermano Fidel (Presidente desde 1976, aunque en el poder desde 1959 como Primer Ministro) en 2006 cuando problemas de salud lo obligaron a transferirlo. Raúl asumió una presidencia interina y en 2008 fue electo por la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba para formalmente iniciar su primer periodo.
Sin embargo, como parte de sus acciones políticas, Raúl Castro señaló que el cargo de Presidente no debía ocuparse por más de dos periodos (10 años en total) y, en virtud de que la legislación cubana permite la reelección indefinida, la manera de hacerlo era no presentándose a elecciones luego del segundo periodo. Por ello, electo en 2013, anuncio que ese sería su último periodo y en 2018 no se presentaría, garantizando así que no se reelegiría,
Es importante mencionar que la elección del Presidente de Cuba, que suele venir acompañado de los cargos de Primer secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente del Consejo de Estado y de Ministros de la República de Cuba, no es resultado de una elección popular en el amplio sentido, sino que es electo por la Asamblea Nacional, cuyos miembros tienen la facultad de nominar a los candidatos cada 5 años y aquel con más nominaciones es electo y ratificado por la propia Asamblea. El carácter popular de esta elección viene dado por el hecho de que los miembros de la Asamblea si son electos por sufragio popular directo.
Finalmente, cuando el segundo periodo de Castro llegó a su fin en 2018, el dirigente cubano cumplió su palabra y no se presentó a elecciones para la Asamblea Nacional, por lo que fue sucedido por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, quien ejerce actualmente la Presidencia de la República de Cuba.
Para revivir este hecho histórico, te compartimos las noticias que lo anunciaron aquel año, y algunos textos para ampliar al respecto:
Woodrow Wilson expone ante el Congreso sus “4 principios”
Para la efeméride de hoy, debemos trasladarnos a los primeros días del último año de la Gran Guerra, también conocida como Primera Guerra Mundial. Si bien entonces no se sabía que era el último año del conflicto, las grandes potencias europeas sabían que este se agotaba y que la necesidad de establecer la paz era imperante.
Estados Unidos, una nación emergente y que empezaba a figurar cada vez con más fuerza, notó esta situación y el 11 de febrero de 1918, su presidente Woodrow Wilson, en un discurso ante el Congreso, presentó sus “4 principios”, una serie de propuestas que buscaban no solo el establecimiento de la anhelada paz, sino el planteamiento de la futura reconstrucción de los países en combate.
De hecho, estos cuatro principios fueron solo un añadido a un discurso previo de Wilson al Congreso, el 8 de enero de 1918, y que constaba de catorce propuestas, por lo que se ha llamado comúnmente como “Los Catorce Puntos”. Estos eran resultado de un informe de un grupo de trabajo establecido en septiembre de 1917 por el propio Wilson a través de su asesor Edward House y que era conocido como “The Inquiry”. Estaba compuesto por 150 académicos, expertos en historia, economía, política y relaciones internacionales.
Es por esa razón que las propuestas de Wilson tenían una fuerte base progresista y planteaban la búsqueda de la paz a través de la interpretación de estas ideas en ámbitos de política extranjera, es decir: libre comercio, autodeterminación, reducción de armamentos, libertad marítima y firma de acuerdos no secretos. De hecho, Estados Unidos había ingresado solo un año antes en la Guerra y lo había hecho con el discurso de alejarse de las disputas o ambiciones nacionalistas europeos y buscar más bien “objetivos morales”, es decir, nuevamente, progresistas.
Así, en su discurso al Congreso, el presidente Wilson declaró que sus propuestas eran la única base posible de una paz duradera. Y, si bien no fueron seguidos a cabalidad, si se puede concluir que en general las negociaciones de paz que se dieron meses después en Versalles siguieron la hoja de ruta de las propuestas de Wilson, sin que olvidemos la gran influencia que Estados Unidos ya ejercía sobre el mapa político. Por ejemplo, uno de los catorce puntos planteaba la creación de una asociación general de naciones, antecedente directo de la Sociedad de Naciones creada el 29 de junio de 1919.
Para saber más sobre este tema y su relevancia, consulta:
Lynch, A. (2002). Woodrow Wilson and the Principle of “National Self-Determination”: A Reconsideration. Review of International Studies, 28(2), 419–436. http://www.jstor.org/stable/20097800
Throntveit, T. (2011). The Fable of the Fourteen Points: Woodrow Wilson and National Self-Determination. Diplomatic History, 35(3), 445–481. http://www.jstor.org/stable/24916429
Para leer los 14 puntos de Wilson y el discurso original, visita:
La crisis económica de México de 1994 fue una crisis iniciada en México que surgió por la falta de reservas internacionales, causando la devaluación del peso mexicano durante los primeros días de la presidencia de Ernesto Zedillo. A unas semanas del inicio del proceso de devaluación de la moneda mexicana, el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, solicitó al Congreso de su país la autorización de una línea de crédito por $20 mil millones de dólares americanos para el Gobierno mexicano, a efectos que le permitieran garantizar a sus acreedores el cumplimiento cabal de sus compromisos financieros.
En el contexto internacional, las consecuencias económicas de esta crisis se denominaron “Efecto Tequila”. En México, se le conoce como el “Error de Diciembre”, una frase acuñada por el expresidente mexicano Carlos Salinas de Gortari para atribuir la crisis a las presuntas malas decisiones de la administración entrante de Ernesto Zedillo Ponce de León y no a la política económica de su sexenio.
La crisis que sufrió México fue causada en gran medida por la opacidad del régimen del presidente Carlos Salinas de Gortari, generando desequilibrios insostenibles (grandes déficits fiscales, comerciales y de cuenta corriente), e incorrectamente financiados por una elevada cantidad de deuda en moneda nacional, y sobre todo a través de Tesobonos. Estos bonos eran deuda a corto plazo, que se compraban y vendían en pesos, pero se pagaban en dólares, protegiendo a los inversionistas contra los efectos de una posible devaluación.
Salinas fue un gran promotor, logrando que México firmase el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor el 1 de enero de 1994, con sus dos grandes vecinos en Norteamérica.
En esta época México parecía un buen lugar para invertir y fue justamente lo que aprovechó el presidente Carlos Salinas de Gortari para implementar sus planes, que incluyeron múltiples instancias de presunta corrupción.
Ernesto Zedillo Ponce de León tomó posesión el 1 de diciembre de 1994. Unos cuantos días después, tuvo una reunión con varios empresarios mexicanos y extranjeros, comentando sobre la devaluación que vendría, la cual solo planeaba subir la banda de la tasa de cambio fija un 15%, hasta los 4 pesos por dólar (de 3.4 pesos que se encontraba en promedio en ese año), así como terminar con muchas de las prácticas económicas no ortodoxas (como la compra de deuda ante la situación del país), y así detener la fuga de dólares de las reservas internacionales. Los críticos del gobierno de Zedillo argumentan que, aunque la devaluación era necesaria y económicamente coherente, se manejó incorrectamente en términos políticos: al haber anunciado sus planes de devaluación, muchos extranjeros retiraron sus inversiones, agravando los efectos de la devaluación.
Sin poder mantener la nueva banda de la tasa de cambio, a principios de 1995, la administración de Zedillo decidió establecer el sistema de libre flotación del peso, el cual llegaría a 7.20 pesos por dólar en tan solo una semana. Cuando el dólar dejó de ser controlado por el gobierno, el peso perdió la mitad de su valor, hecho que ocasionó que las deudas en dólares no pudieran ser pagadas. Las decisiones de Zedillo, principalmente la de anunciar la devaluación a los inversionistas y el establecer el sistema de libre flotación, fueron el “error de diciembre” de acuerdo con el expresidente Salinas de Gortari.
Estados Unidos intervino rápidamente comprando pesos del mercado para evitar una mayor devaluación del peso, sin embargo, esta medida no era suficiente. El presidente estadounidense Bill Clinton solicitó al congreso enviar un paquete de rescate. Sin embargo, diversos representantes del Congreso que se habían opuesto al TLCAN veían esta crisis como un resultado del tratado. El congreso votó en contra de la aprobación de fondos de rescate. No obstante, algunas personas dentro del Tesoro estadounidense encontraron una vía legal para enviar el rescate por medio del Fondo de Estabilización de Divisas, la cual no requería la aprobación del Congreso de los Estados Unidos. Así, se enviaron de los Estados Unidos $20 mil millones de dólares, a los cuales se les añadieron casi $30 mil millones más, de los cuales $17 mil millones del Fondo Monetario Internacional, $10 mil millones del Bank for International Settlement, $1000 millones del Banco de Canadá en forma de swaps de corto término y $1000 millones más provenientes de diversos países latinoamericanos (entre ellas Argentina y Brasil cuyas economías eran severamente afectadas por los efectos de la crisis mexicana). El dólar se estabilizó a un precio de 6 pesos, y por los siguientes dos años, antes de ser afectado por la Crisis financiera asiática de 1998, se mantuvo entre $7 y $7.7 pesos mexicanos.
Comprometido con cumplir las obligaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el gobierno mexicano no recurrió a las prácticas tradicionales de los países latinoamericanos en tiempos de crisis (como el control de capitales, que podría haber prolongado la crisis, tal como fue el caso con las crisis sudamericanas del 2001-2002), sino que introdujo controles estrictos en la política fiscal, continuó con su política de libre comercio y libre flotación.
El crecimiento acelerado de las exportaciones amortiguó la recesión, y en menos de 10 meses, la tasa de crecimiento mensual del PIB ya era positiva. Para 1996 la economía ya estaba creciendo, llegando a un máximo de casi 7% en 1999. Las altas tasas de interés (devaluación llegó al 100%) provocaron que muchas familias no pudieran pagar sus préstamos e hipotecas financiadas por sus ingresos regulares, perdiendo sus propiedades, mientras el gobierno federal realizaba un rescate financiero a Bancos Mexicanos conocido por FOBAPROA. Estas medidas de sinceramiento de la economía no fueron acompañadas por un proceso de revaluación de la deuda de los morosos, lo cual podría haber salvado de la ruina a miles de Pymes y personas.
El rescate financiero se sigue pagando actualmente, la pobreza no se reduce y los programas sociales se pueden ejecutar libremente gracias a un aviso legal que dicta “este programa es de apoyo social y no tiene ningún fin partidista” por el aparente incremento de los ingresos, producto de la política económica basada en el crédito de bajo monto que se ofrece a la población en general.
La crisis económica fue incubada debido al excesivo gasto social, la emisión de tesobonos y al control del tipo de cambio, así como las medidas populistas y mercantilistas diseñadas por la tecnocracia con intereses particulares, sin llegar a liberar las fuerzas del mercado y presenciar la libre competencia. Esta reforma parcial sumió al país en un crecimiento económico lento por varios años.
El FMLN se había fundado el 10 de octubre de 1980, y en diciembre se había integrado el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC). Por lo menos desde enero de ese mismo año se estaba preparando la plataforma para un Gobierno Democrático Revolucionario (GDR), que se instrumentaría tras la toma del poder. El GDR fue presentado el 24 de febrero de ese año por la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM).
Mientras la Dirección Revolucionaria Unificada preparaba los aspectos militares, políticos y diplomáticos de la ofensiva, desde el 22 de enero, a través de la CRM, la izquierda comenzó un intenso trabajo de lucha de calle con una gigantesca manifestación (entre 200.000 y 350.000 personas), que fue reprimida por los cuerpos de seguridad del gobierno.
Desde el 30 de marzo, tras la matanza ocurrida durante los funerales del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado el día 24 de ese mes, las organizaciones de masas comenzaron a replegarse de las calles, pero muchos de sus militantes y cuadros pasaron a engrosar las filas de las organizaciones político-militares, con miras a la “ofensiva final”. Los sindicatos afiliados a la CRM también efectuaron diversos “ensayos” de huelga general, se activaron grupos de choque para proteger las manifestaciones y hubo un auge de los comandos urbanos. Por su parte, con la mayor parte de sus dirigentes exiliados, el Frente Democrático Revolucionario, en alianza con el FMLN, lanzó una campaña diplomática en Europa, América Latina, Estados Unidos y el norte de África destinada a lograr simpatía internacional hacia el movimiento revolucionario.
Además del asesinato de figuras políticas y morales de gran peso, como el arzobispo Romero, los llamados “escuadrones de la muerte” fueron activados al máximo, y buena parte del movimiento popular fue descabezado, sin contar con los asesinatos de militantes de base y de sus familias. Fue el año en que se lanzaron las mayores y más frecuentes ofensivas militares contra las zonas de influencia de la guerrilla y se crearon los primeros batallones de élite.
La culminación de esta campaña fue el asesinato, en noviembre de 1980, de seis de los principales dirigentes del FDR: Enrique Álvarez Córdova, presidente de la alianza; Juan Chacón, secretario general del Bloque Popular Revolucionario; Manuel de Jesús Franco, dirigente de la Unión Democrática Nacionalista; Enrique Escobar Barrera, del Movimiento Nacional Revolucionario; Humberto Mendoza, del Movimiento de Liberación Popular, y Doroteo Hernández, líder de la Unión de Pobladores de Tugurios, dependiente del BPR.
Aun así, el 20 de diciembre de 1980, en Managua, el presidente del FDR, Guillermo Manuel Ungo, declaró que pronto se daría a conocer la conformación del gobierno que tomaría el poder tras la ofensiva que se avecinaba, y diferentes comandantes guerrilleros aseguraron que la ofensiva culminaría con la toma del poder antes de la juramentación de Ronald Reagan.
El 10 de enero de 1981, el FMLN y el FDR dio a conocer un escueto comunicado por todo el mundo: “a las 5 de la tarde de hoy se inició la ofensiva general. El enemigo está perdido; lo tenemos rodeado; la justicia popular ha llegado.”
Los combates comenzaron con el ataque a varias de las guarniciones más importantes del país, como la de San Francisco Gotera, en Morazán, y las de San Miguel, Santa Ana, Zacatecoluca y varias de San Salvador. En ese momento quedó claro que, pese a todos los preparativos, las fuerzas del FMLN no estaban listas para el combate frontal contra el ejército y los cuerpos de seguridad, y lo que debía ser una rápida victoria se convirtió en un impasse que corría en contra de las fuerzas revolucionarias, pues el gobierno salvadoreño recibió un rápido y masivo apoyo militar del gobierno estadounidense, aún encabezado por James Carter.
El FMLN había confiado también en que los ataques contra el ejército provocarían insurrecciones locales por todo el país, pero éstas no se produjeron. En la capital se declaró la huelga general y hubo combates de calle entre las fuerzas de seguridad y comandos urbanos y milicias, pero la población tampoco se levantó, y para el 20 de enero, día de la toma de posesión de Reagan, la ofensiva había fracasado. Los combates continuarían durante algunos días más, en especial en las zonas rurales.
Según diferentes valoraciones, fueron varios los factores que determinaron el fracaso de la “ofensiva final” u “ofensiva general”. La más importante fue la desarticulación de las dirigencias de los movimientos de masas y el traslado de sus cuadros más eficaces a las instancias militares. Luego, las organizaciones político-militares declararon dentro del FMLN una cantidad mucho mayor de sus fuerzas reales, y los planes se hicieron con base en esto; se confiaba en que la población insurreccionada compensaría la falta de efectivos guerrilleros. Además, por la desconfianza existente entre las propias organizaciones guerrilleras y de masas, no se estableció un mando común, un estado mayor general o mecanismos de coordinación sobre el terreno, y cada una actuó por su lado, sin mantener informadas a las demás. No se establecieron mecanismos de logística, y los incipientes comités de barrio no contaban con líderes, planes de acción concretos ni mecanismos de lucha prestablecidos.
El FMLN, en fin, jugó a la carta de la “ofensiva final” con toda la energía organizativa acumulada a lo largo de una década. La derrota llevó a un replanteamiento de los mecanismos de lucha, que quedaron prácticamente destruidos, y de la estrategia revolucionaria insurgente. Este replanteamiento llevó no solo a un reforzamiento militar del FMLN, con un énfasis menor en el movimiento popular y político, sino también a pugnas entre y dentro de las organizaciones político-militares. Una de las consecuencias extremas de las discusiones sería el asesinato en Managua, el 6 de abril de 1983, de la comandante Mélida Anaya Montes, “Ana María”, y el posterior fallecimiento del comandante Salvador Cayetano Carpio, “Marcial”, los principales dirigentes de la más poderosa organización del FMLN, las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí”.
Estados Unidos reconoce al gobierno de Fidel Castro en Cuba
Un día como hoy, hace 62 años, el Presidente de los Estados Unidos, Dwight Eissenhower, reconoció formalmente al gobierno revolucionario de Cuba, incluso antes de que el presidente Fulgencio Batista renunciara a su cargo. Como bien sabemos, el reconocimiento internacional es una parte fundamental en la legitimidad de todo gobierno, más aún cuando hablamos de un gobierno emanado de una revolución y que ha derrocado por las armas al anterior. Por ello, verse reconocidos por la primer potencia mundial -y, de paso, su enemigo número uno- fue un paso definitivo para el triunfo de la Revolución Cubana.
Cabe recordar que Estados Unidos fue una pieza fundamental en el proceso de independencia de Cuba en 1897, al enfrentarse directamente con España y coadyuvar, por evidentes intereses geográficos y económicos, a la consumación la independencia cubana. Los norteamericanos habrían de dominar militarmente la isla hasta 1902, cuando retiraron sus tropas (excepto en la Bahía de Guantánamo, que controlan hasta la fecha) y el dominio armado cedió paso a un paulatino pero tangible dominio económico. De hecho, la llegada al poder de Fulgencio Batista en 1952 fue claramente respaldada por el gobierno de Harry S. Truman (1945-1953), quien no sólo lo apoyo militar y económicamente, sino que fue el primero en reconocer su legitimidad tras el golpe de estado que lo llevó al poder.
En respuesta, el régimen de Batista fue permisivo y abrió las puertas de par a la dominación política y económica por parte de Estados Unidos, lo que a la postre fue una de las causas de la revolución comunista de FIdel Castro, estallada en 1956. Pese a esto, a mediados de 1958 el gobierno de Estados Unidos cesó la venta de armas a Batista, lo que sellaría su derrota ante los rebeldes de Castro. Ya desde entonces se preveía un giro rotundo en el comportamiento diplomático de los norteamericanos con la isla, lo que fue confirmado por el reconocimiento que hoy conmemoramos.
No hay duda de que este hecho tiene una explicación lógica que quizá entonces escapaba al análisis político: Estados Unidos quería ayudar a la pronta conclusión del conflicto y, con ello, a establecer prontas negociaciones con el nuevo régimen y permitir así que los intereses económicos norteamericanos en Cuba estuvieran protegidos. Por supuesto, ese era uno de los puntos medulares del conflicto para la Revolución Cubana, y tan pronto como en 1960, el gobierno de Castro ordenó la expropiación de propiedades azucareras estadounidenses y otras medidas contrarias a los intereses norteamericanos. Para compensar los actos del gobierno cubano, Estados Unidos impuso severas medidas económicas que terminaron formando un embargo a Cuba, mismo que se perpetuó hasta años recientes.
No fue hasta 2015 que ambos gobiernos decretaron la creación de embajadas y el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas, sobretodo en los ámbitos comerciales y económicos. Sin duda, un camino difícil de recorrer para ambas naciones, y que un día como hoy tuvo uno de sus hechos más relevantes. Para saber más, consulta:
El llamado State of the Union es un mensaje anual de parte del Presidente de los Estados Unidos de América al Congreso de su país. Su nombre en principio era Annual Messages y fueron dados en persona desde 1790 hasta 1801. Posteriormente se retomaron hasta 1913 por Woodrow Wilson, pero no tuvieron la continuidad en los subsecuentes mandatarios. No es sino hasta el Presidente Harry S. Truman en 1947 que se la da una constancia al mensaje del Ejecutivo, así como el nombre State of the Union, aunque con pequeños saltos entre algunos años.
El primer mensaje al Congreso
En total se han entregado en persona 97 de estos informes en persona, siendo el más corto el primero del Presidente George Washington, quien habló frente al Congreso el 8 de enero de 1790.
De acuerdo al sitio The American Presidency Project, este fue el mensaje completo del Presidente Washington
Fellow-Citizens of the Senate and House of Representatives:
I embrace with great satisfaction the opportunity which now presents itself of congratulating you on the present favorable prospects of our public affairs. The recent accession of the important state of North Carolina to the Constitution of the United States (of which official information has been received), the rising credit and respectability of our country, the general and increasing good will toward the government of the Union, and the concord, peace, and plenty with which we are blessed are circumstances auspicious in an eminent degree to our national prosperity.
In resuming your consultations for the general good you can not but derive encouragement from the reflection that the measures of the last session have been as satisfactory to your constituents as the novelty and difficulty of the work allowed you to hope. Still further to realize their expectations and to secure the blessings which a gracious Providence has placed within our reach will in the course of the present important session call for the cool and deliberate exertion of your patriotism, firmness, and wisdom.
Among the many interesting objects which will engage your attention that of providing for the common defense will merit particular regard. To be prepared for war is one of the most effectual means of preserving peace.
A free people ought not only to be armed, but disciplined; to which end a uniform and well-digested plan is requisite; and their safety and interest require that they should promote such manufactories as tend to render them independent of others for essential, particularly military, supplies.
The proper establishment of the troops which may be deemed indispensable will be entitled to mature consideration. In the arrangements which may be made respecting it it will be of importance to conciliate the comfortable support of the officers and soldiers with a due regard to economy.
There was reason to hope that the pacific measures adopted with regard to certain hostile tribes of Indians would have relieved the inhabitants of our southern and western frontiers from their depredations, but you will perceive from the information contained in the papers which I shall direct to be laid before you (comprehending a communication from the Commonwealth of Virginia) that we ought to be prepared to afford protection to those parts of the Union, and, if necessary, to punish aggressors.
The interests of the United States require that our intercourse with other nations should be facilitated by such provisions as will enable me to fulfill my duty in that respect in the manner which circumstances may render most conducive to the public good, and to this end that the compensation to be made to the persons who may be employed should, according to the nature of their appointments, be defined by law, and a competent fund designated for defraying the expenses incident to the conduct of foreign affairs.
Various considerations also render it expedient that the terms on which foreigners may be admitted to the rights of citizens should be speedily ascertained by a uniform rule of naturalization.
Uniformity in the currency, weights, and measures of the United States is an object of great importance, and will, I am persuaded, be duly attended to.
The advancement of agriculture, commerce, and manufactures by all proper means will not, I trust, need recommendation; but I can not forbear intimating to you the expediency of giving effectual encouragement as well to the introduction of new and useful inventions from abroad as to the exertions of skill and genius in producing them at home, and of facilitating the intercourse between the distant parts of our country by a due attention to the post-office and post-roads.
Nor am I less persuaded that you will agree with me in opinion that there is nothing which can better deserve your patronage than the promotion of science and literature. Knowledge is in every country the surest basis of public happiness. In one in which the measures of government receive their impressions so immediately from the sense of the community as in ours it is proportionably essential.
To the security of a free constitution it contributes in various ways – by convincing those who are intrusted with the public administration that every valuable end of government is best answered by the enlightened confidence of the people, and by teaching the people themselves to know and to value their own rights; to discern and provide against invasions of them; to distinguish between oppression and the necessary exercise of lawful authority; between burthens proceeding from a disregard to their convenience and those resulting from the inevitable exigencies of society; to discriminate the spirit of liberty from that of licentiousness – cherishing the first, avoiding the last – and uniting a speedy but temperate vigilance against encroachments, with an inviolable respect to the laws.
Whether this desirable object will be best promoted by affording aids to seminaries of learning already established, by the institution of a national university, or by any other expedients will be well worthy of a place in the deliberations of the legislature.
Gentlemen of the House of Representatives:
I saw with peculiar pleasure at the close of the last session the resolution entered into by you expressive of your opinion that an adequate provision for the support of the public credit is a matter of high importance to the national honor and prosperity. In this sentiment I entirely concur; and to a perfect confidence in your best endeavors to devise such a provision as will be truly with the end I add an equal reliance on the cheerful cooperation of the other branch of the legislature.
It would be superfluous to specify inducements to a measure in which the character and interests of the United States are so obviously so deeply concerned, and which has received so explicit a sanction from your declaration.
Gentlemen of the Senate and House of Representatives:
I have directed the proper officers to lay before you, respectively, such papers and estimates as regard the affairs particularly recommended to your consideration, and necessary to convey to you that information of the state of the Union which it is my duty to afford.
The welfare of our country is the great object to which our cares and efforts ought to be directed, and I shall derive great satisfaction from a cooperation with you in the pleasing though arduous task of insuring to our fellow citizens the blessings which they have a right to expect from a free, efficient, and equal government.