Primero aclaremos una cosa: no soy fan de las películas de superhéroes. Con esto no quiero decir que considere que este tipo de producciones son inferiores en comparación con obras de cine de autor, ni que fuera yo Martin Scorsese. Simplemente no es el género que consumo habitualmente, en gran medida porque percibo – erróneamente ahora que lo pienso – que estos filmes van dirigidos exclusivamente a un público infantil.
No obstante, todo cambió cuando conocí a mi novio. Desde que empezamos a salir, he visto más películas de las franquicias Marvel y DC de las que hubiese querido en realidad, pero bueno, una de novia se pone complaciente. Fue entonces que di con el nombre de Zack Snyder.
Snyder entró en la conversación cuando fuimos a ver la película de Aquaman en el 2018. Quitando mi estupor por el actor Jason Momoa, lo que más me llamó la atención fue que por fin alguien le había dado algo de dignidad al personaje marino. Seamos sinceros, nadie quería ser Aquaman, sino, pregúntenle a Sheldon Cooper. Lo que Zack hizo se reduce solamente a otorgarle una personalidad en toda regla y considero que esa decisión fue en gran medida la fórmula de su éxito.
Con la debida asesoría de mi experto favorito, revisé su filmografía , la cual abarcaba desde una visión cruda y decadente del superhéroe con Watchmen (2009) hasta la creación de un “camino del guerrero” con Man of Steel (2013). En resumen, el trabajo de este director consta en la construcción y problematización de la figura del héroe, además de un desarrollo contemporáneo del género épico o la epopeya. ¿Estoy comparando al Superman de Snyder con el Odiseo de Homero o Eneas de Virgilio? Sí, ¿y qué?
Después me topé con la tendencia del #Releasethesnydercut en Twitter y busqué exhaustivamente y en vano porque no entendí ni jota. ¿Qué hice? le pregunté a mi novio y creo que su explicación es concisa, precisa y maciza.
Aquí los detalles:
Warner Bros. quiso hacer un universo fílmico y querían a Christopher Nolan, el cual les dijo que no, por lo que recomendó a Zack Snyder y Nolan apoyó con Man of Steel.
Aunque no le fue mal, querían más dinero. Así que Warner presionó a Zack para no hacer Man of Steel II y hacer Batman vs. Superman, la cual fue titulada como Batman vs. Superman: Dawn of Justice, porque querían que sirviera de base para armar la Liga de la Justicia.
Hizo casi todo lo que pidió el estudio, excepto la parte de la duración y el tono, porque quería hacer algo distinto a Marvel y su comedia y modo más “jocoso”. Entonces, aunque la Warner aprobó la cinta, decidieron quitarle media hora para ganar más taquilla. Esto demostró ser un grave error, porque esa media hora explica mucho de la trama por la cual hubo quejas. Dato: Superman pelea en un lado deshabitado, porque la gente se quejó que en Man of Steel moría mucha gente. (WTF)
Las críticas fueron despiadadas y Warner pensaba que obtendrían mil millones de dólares, pero no fue así, por lo que destrozaron el plan de películas que había, donde se hablaba de que Justice League sería en dos partes, aunadas a películas por separado de Cyborg y Flash.
Snyder se concentró en hacer Justice League y todo iba bien, pero su hija Autumn Snyder se suicidó y él pues trató de concentrarse más en la cinta. Obvio, esto pasó factura y junto con la presión de Warner y unos de los directivos, decidió hacerse a un lado y atender a su familia.
Ojo: la cinta ya estaba virtualmente terminada, pues había estado trabajando a la par en BvS y Justice League, por lo que los actores ya estaban bastante a gusto con Zack. Al momento de irse, contrataron a Josh Wheedon, el director de las primera dos películas de Avengers, para terminar el trabajo. Al hacer esto, el presupuesto ya era de 275 millones de dólares-según Warner- por lo que extendieron otros 25 para que terminara y reescribiera la cinta. Por eso tiene más “comedia” y una historia bastante distinta. Aunado a que tuvo que meterle mucho dinero a ocultar el bigote de Henry Cavill.
La versión de Wheedon fue un desastre, pero casi en el primer minuto surgió el movimiento #Releasethesnydercut que nunca dejó de insistir en que se lanzara la versión que tenía Snyder en mente. El director compartió a través de sus redes múltiples montajes y fotos de su visión, siendo una constante que cada que lo hiciera, se relanzaran los hashtags. De hecho, Jason Momoa fue uno de los más insistentes en lograrlo.
A finales del año 2020, At&T logró que esto se materializara para que se lanzara Zack Snyder’s Justice League, otorgándole entre 40-70 millones de dólares para pulir su versión fílmica y grabar otras escenas-como la de Knightmare al final – siendo un triunfo de los fanáticos y del director por conservar su visión.
Actualmente existe el movimiento #RestoreTheSnyderVerse donde los fans demandan a Warner seguir con la visión de Snyder y presentarnos la historia que sigue al final de Justice League.
¿Ven porqué lo amo? Creo que no es necesario mencionar que en cuanto salió Justice League de Zack Snyder el 18 de marzo del 2021 la vimos (incluso alcanzamos la “oferta” de $60 pesos en Amazon Prime) y nos sumergimos en un “momento íntimo” de cuatro horas de esta epopeya contemporánea.
No voy a decir si esta versión es mejor que la del 2017 o no, como dije antes, mi dominio no cubre este género. Sin embargo, puedo hablar desde una perspectiva que sí me compete: la producción artística vs. los objetivos comerciales de las empresas. De hecho si quieres, puedes leer un artículo por aquí que escribí respecto a ese tema.
Zack Snyder apostaba por la creación artística, Warner Bros. por una fórmula multimillonaria como la de Marvel. El director exploraba las particularidades emocionales y contextuales de sus personajes, Warner quería una producción de standuperos con super poderes. Ojo, no estoy diciendo que esté mal ganar dinero con el arte (Dios me libre de algún día decir eso), lo que sí es cuestionable es hasta qué punto es válido romper una propuesta creativa con tal de ganar un par de millones más.
Pensamientos Finales
Justice League de Zack Snyder es una celebración. Se celebra el triunfo de la creatividad sobre la producción en serie. Con esta situación, se hizo más evidente que Warner Bros. no es una fábrica de latas de sopa, sino una empresa de cine y el cine cuenta historias, propone nuevas perspectivas, construye relaciones a través de un lenguaje específico y, por supuesto, también gana dinero.
Probablemente para ti, querido lector, $299 pesos es un precio excesivo para la renta de una película por 48 horas. Empero, si lo piensas detenidamente, ¿cuánto gastabas en ir al cine?
Además de que es un producto cultural original e innovador en su ramo, con esta minúscula acción le estarás diciendo a la Warner Bros. – y de paso a las demás productoras – que tú como público no eres pasivo y no estás dispuesto a pagar algo que no consideres que es de calidad. Las fórmulas de éxito en el entretenimiento pueden ser efectivas pero no deben ser el único recurso para convencer al espectador a hacer una compra.
Hazles saber que tú también estas en el juego del arte.